Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen.Isaías 40:29-30.
Lectura: Isaías
40:18-31. Versículos del día: Isaías
40:29-30.
MEDITACIÓN DIARIA
No podemos negar que
hay días agotadores, días en que lo único que se desea es descansar. Pero cuando la debilidad es extrema ni descansar
se puede. Las fuerzas ya no responden e
inclusive nos sentimos frustrados y angustiados. Y el Señor pone como un aliciente, un
consuelo para quien esté en esta situación; es como si nos dijera: — Mira: los jóvenes de cansan, se
fatigan, tropiezan y caen, no te desanimes; conmigo es diferente —. ¿Qué tengo que hacer? Hay un “pero” que debemos tener en
cuenta; y viene la recomendación: “pero los que confían en el Señor renovarán
sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y
no se cansarán” (v. 31). Ese “pero” te
incluye a ti y a mí. “Pero” hay que confiar; “pero” tengo que apoyarme en Él; “pero”
Él me sostendrá; “pero” Él me levantará.
Imaginemos
que vamos por un sendero pedregoso y difícil de transitar; la distancia por
recorrer es larga y aun falta mucho trecho. Nos fatigamos y cansamos. Paramos
entonces, y nos apoyamos en otro que vaya a nuestro lado más fuerte, seguros de que nos dará su brazo
para sostenernos y proseguir. “Pero”
tengo que confiar en que así va a hacer.
De igual modo es con el Señor: la vida tiene situaciones poco
transitables y creemos ya no poder continuar “pero” nuestro amado Señor nunca
nos deja; está ahí a nuestro lado y quizá en un momento de turbación y
desespero le decimos: — ¡Señor: ni siquiera te veo! Y nos contestará como en el
escrito de huellas en la arena: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás
te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un
par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos”.
Escucha
lo que el Señor te dice, si crees que ya no resistes más: “Así que no temas,
porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré
y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10).
Amado
Señor: Gracias porque eres nuestro apoyo incondicional y siempre vas a nuestro
lado para sostenernos y darnos nuevas fuerzas.
Gracias porque nos das a beber del agua tuya para calmar nuestra
ansiedad y sed. Enséñanos a saber que eres la torre fuerte en quien podemos
recostarnos sin temer caernos. ¡Eres
nuestro Dios Admirable, Consolador y Fortalecedor!
Un
abrazo y bendiciones.
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