domingo, 2 de febrero de 2014

El camino para la paz se llama justicia




El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto.  
 Isaías 32:17.


Lectura: Isaías 32:9-20.  Versículo del día: Isaías 32:17.

MEDITACIÓN DIARIA

Una consecuencia de la injusticia social es la falta de paz.  En mi país, Colombia, infortunadamente se violan los derechos de las personas; quien quiera pasa por encima del otro sin importarle lo más mínimo y de justicia poco se sabe.  De por sí entre los funcionarios que más se ve esto, es precisamente en la Rama Judicial que es la que tiene el encargo de impartirla.
Por esta razón todo se mezcla en un círculo vicioso: Hay grupos al margen de la ley porque hay injusticia social y hay injusticia social porque hay demasiada corrupción. Esto conlleva a una falta de paz que se ha soportado por más de cinco décadas.
Hay que hacer una profunda reflexión acerca de lo que queremos como ciudadanos y ahora que se acercan las elecciones cumplir con el deber del sufragio votando a conciencia.  Las estadísticas demuestran que en Colombia el pueblo cristiano asciende a cinco millones; si conocemos al Señor y queremos un mejor mañana para nuestros hijos y nietos, entonces forjemos el cambio.  “Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad” (Salmo 85:8).  Seamos sensatos; no votemos neciamente por un color o porque éste o aquel nos dará dádivas. “En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz” (Efesios 3:18).  Nosotros podemos ser portadores de paz; podemos elegir entre seguir así o ser instrumentos de un cambio.
En el mundo entero hay necesidad de justicia y paz, oremos porque pronto podamos abrazarlas; es una promesa de Dios, hagamos de ella una realidad: “El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia” (Salmo 85:10).  El camino para la paz se llama justicia y los cristianos tenemos que abonar ese camino.

Amado Señor: Gracias por ser tus hijos. Gracias porque como hijos tuyos deseamos la paz prometida.  Enséñanos a ser conscientes de la necesidad de un cambio y que nosotros como herederos de la promesa, podamos forjar con nuestro granito de arena un cambio total donde reinen la justicia y la paz.

Un abrazo y bendiciones.

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