Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.Lucas 10:27.
Lectura: Lucas 10:25-37. Versículo del día: Lucas 10:27.
MEDITACIÓN DIARIA
Un experto en la ley para probar al Señor le interroga qué es lo que tiene que hacer para heredar la vida eterna; y como este hombre era intérprete de la ley, el Señor le responde con otro cuestionamiento, para que él mismo se conteste de acuerdo a lo que ha aprendido (vv. 25 y 26). Su respuesta fue exacta: “Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás” (v. 27). Sin embargo, el experto para justificarse, le pregunta quién es su prójimo.
Muy buena pregunta para
nosotros también: ¿Quién es mi prójimo? En
Wikipedia, la enciclopedia libre, encontré que prójimo está etimológicamente relacionado
con próximo y puede utilizarse como sinónimo de semejante, cercano o vecino.
Entonces, prójimo son todas aquellas personas que tenemos más cerca.
Reflexionando sobre el
asunto, les comparto lo aprendido: Quizá nunca nos habíamos detenido a pensar
que los más próximos, cercanos o allegados, son nuestra propia familia. Tenemos
que empezar a practicar el amor por casa. Ellos son los principales que
necesitan nuestra ayuda. ¿Cómo vamos a salir a buscar a la calle a nuestro
prójimo si no hemos aprendido primero a servir a los nuestros? Toda buena
acción debe de empezar sin restricción alguna por casa. Hay que voltear los ojos y mirar a los
miembros de nuestra familia. Indaguemos sobre sus áreas espiritual, física,
emocional y material, y ofrezcámosle a cada uno la ayuda necesaria. Tal vez, la
comunicación es poca y ni siquiera existe un nivel de aproximación cariñosa, lo
cual no nos permite llegar hasta ellos y muy seguramente tendrán conflictos de
diferente índole.
Esto teniendo en cuenta
exclusivamente a los del núcleo familiar; al más próximo entorno. Sin embargo
tenemos padres, hermanos, primos, sobrinos, cuñados, etc. que también son
nuestros cercanos o allegados. Existen familias donde unos están en la opulencia, mientras sus
mismos hermanos de carne andan en la inopia por allá en el fondo y los primeros
ni se dan por aludidos. ¿Es esto amor al prójimo? De ninguna manera.
Aprendamos a servir a
nuestros próximos más cercanos, para luego sí ir en busca del vecino o del que
está en la calle. Pongámoslo así: — el
que no sabe cuidar y amar a su propia familia, ¿cómo puede cuidar a los de
afuera?
Amado Señor: Enséñanos a entender en realidad quién es el
prójimo más cercano e ir a llevar una voz de aliento, un abrazo, una sonrisa o un
detalle que le demuestre que le amamos y que no está solo(a) en su problema. Gracias
Señor por la lección aprendida hoy.
Un abrazo y
bendiciones.
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