En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.Juan 1:4-5.
Lectura: Juan 1:1-18.
Versículos del día: Juan 1:4-5.
MEDITACIÓN DIARIA
Jesucristo, la luz verdadera que vino al mundo creado por Él,
hecho por Él; más sin embargo, el mundo no lo conoció. El mundo lo aborreció, no le creyó y más
tarde lo crucificó.
Pero no le echemos la culpa solamente a los de su pueblo
Israel o específicamente a Judá. Si
hubiésemos estado ahí, nuestro procedimiento hubiese sido exactamente igual. Todavía en estos tiempos, se le rechaza y no
se le reconoce como Dios ni Redentor de la humanidad. Lo asombroso es que esta luz a pesar de todo,
seguirá alumbrando y el reino de las tinieblas que predomina, no podrá
apagarla.
La humanidad caída envuelta en su egocentrismo, no prevalecerá
porque Jesús se manifestará con toda su gloria en su segunda venida y todo ojo
lo verá y tendrá que reconocer que verdaderamente el Mesías que había venido a
la tierra miles de años atrás, es el Creador del universo, el Rey de reyes y
Señor de señores. Pero no hay que
esperar a que este acontecimiento suceda; no sabemos cuando será. Lo importante es el hoy, el ahora y tenemos
la solución: “Mas a cuantos lo
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de
Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad
humana, sino que nacen de Dios” (vv. 12-13).
Dice su Palabra, que del día y la hora nadie sabe; pero el
Señor nos dejó señales, tales como terremotos, hambres, guerras y engañadores (Mateo
24); el corazón endurecido del hombre no le permite ver más allá de sus propios
intereses pero el momento ha llegado y tú no sabes si este día Dios te llame y
no has obtenido el derecho a ser su hijo.
Te invito por tanto a que lo recibas en tu corazón, con una pequeña pero
sincera oración. Por favor dile así:
Señor Jesucristo: yo te necesito; te abro la puerta de mi
vida y te recibo como mi suficiente Señor y Salvador. Entra en mí, perdona
todos mis pecados y dame la vida eterna a tu lado. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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