Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.Salmo 63:1.
Lectura: Salmo 63:1-11.
Versículo del día: Salmo 63:1.
MEDITACIÓN DIARIA
A pesar de ser cristianos no faltan los desiertos por los que
tenemos que transitar y éstos siempre son áridos, resecos, desolados y
fatigantes. En medio del desierto es cuando clamamos al Señor igual que David,
ávidos de su misericordia y amor: Señor no puedo más, tengo sed de ti; te
anhelo, te busco; recuerdo tu amor y tu gloria que has manifestado en otros
tiempos. “Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene” (v. 8). Sí, en el desierto nos toca tomar del agua de
la vida; buscar el manantial ansioso: Cristo Jesús de quien brota el agua
inagotable para refrescarnos, calmar la sed y continuar hasta llegar a la
tierra prometida.
Si siempre tenemos la mirada fija en el Señor, no debe de
importarnos los desiertos. Hay que
aprender a cruzarlos y buscar los oasis que nos tiene preparados nuestro Dios,
para saciarnos y calmarnos con todo su poder. Te invito a probar de esta agua
para que no vuelvas a tener esa sed jamás.
Amado Jesús: Tú eres el agua de vida. Enséñanos a confiar y
llegar hacia ti ansiosos de tomarla para sosegarnos y recibir el manantial
completo que tienes dispuesto para quienes te amamos. Ven a apagar la sed que
consume nuestra alma.
Un abrazo y bendiciones.
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