domingo, 20 de febrero de 2011

Vete en paz

–Tu fe te ha salvado –le dijo Jesús a la mujer–; vete en paz.
Lucas 7:50


Lectura diaria: Lucas 7:36-50. Versículo para memorizar: Lucas 7:50.


ENSEÑANZA


Si cuando tenemos el peso de un disgusto con alguien y dialogamos, llegando a un acuerdo y perdón, esto nos reconforta, ¿cuánto más no se experimentará al acudir a la presencia de Dios pidiéndole perdón por los pecados y saber que somos limpios de toda culpa?

La mujer del relato tenía fama de pecadora (v. 37), probablemente era adúltera y vivía señalada por los fariseos a causa de su pecado. Sin embargo, con corazón arrepentido al saber que Jesús estaba en casa de uno de ellos, no le importó ir hasta allí y postrarse ante el Señor con llanto sincero y conmovedor al punto de derramar sus lágrimas como fuente de agua sobre los píes de Jesús. ¿Qué hizo causar este arrepentimiento? El amor profundo del Señor por los pecadores. Ella lo captó e inmediatamente con corazón humilde se volcó a sus píes, implorando misericordia. “El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado” (Sal. 51:17). Si ella amó mucho, fue porque se le perdonó mucho (v. 47).

Con frecuencia no se valora el amor de Dios porque supuestamente nuestros pecados son leves, sin embargo, ante Dios todos son iguales: simplemente pecados y sean graves o no, Dios no puede con el pecado porque Él es santo. Dios ama al pecador pero detesta el pecado que hay en él.

Aprendamos de esta mujer y vayamos a Jesús con corazón contrito y humillado. Hablemos con Él y pongámonos de acuerdo (Is. 1:18). La misión de Jesús en la tierra fue esa: pagar con su sangre para rescatar al pecador. Solamente cuando volteamos los ojos al Señor y aceptamos su sacrificio podemos encontrar la paz verdadera.


No esperes a ser “bueno” para buscarle. Jesús te está examinando en este momento y quiere que vayas en paz sin ningún peso encima que te oprima. Déjate cautivar por su amor, Él murió y padeció por ti y ahora vive. Es la más hermosa realidad cuando le abres tu corazón. ¿Deseas hacerlo? Podemos orar así:


Señor Jesús: Gracias porque tu amor sincero ha tocado mis fibras más íntimas y hoy vengo a tí para pedirte perdón por mis pecados. Toma mi vida, te la entrego para que hagas con ella lo mejor para mí. Te acepto como mi Señor y Salvador personal. Gracias por perdonarme y limpiarme; gracias porque solamente contigo puedo encontrar la paz que necesita mi alma. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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