sábado, 26 de febrero de 2011

Es preciso arrepentirse

Así que le dijo al viñador: Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?
Lucas 13:7.


Lectura diaria: Lucas 13:1-9. Versículo para memorizar: Lucas 13:7.


ENSEÑANZA


El Señor, en la lectura del día, nos ordena arrepentirnos. Cuando le comentaron de unos galileos que Pilato había mandado ejecutar, sus palabras fueron de exhortación: “¿Piensan ustedes que esos galileos por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no!” (vv. 2-3). Actualmente, también se tiende a creer que cualquier catástrofe acontecida es porque ese pueblo “era muy pagano”, sin entender que todos por igual somos pecadores y que a menos que se produzca un arrepentimiento, también pereceremos (v. 5). No es una falsa alarma, es la verdad. Dios manda muchas advertencias y grandes oportunidades y hay que aprovechar al menos una de estas para voltear los ojos al Todopoderoso y arrepentirse. La parábola del viñador es elocuente: al no encontrar el dueño del campo fruto en la higuera mandó cortarla; sin embargo, el viñador le pide que la deje por un tiempo más y él abonará más el terreno para ver si por fin responde, y si no, pues cortarla. La respuesta del viñador es misericordiosa. El dueño es el Padre y el viñador es Jesús quien de una u otra forma está llegando al hombre para que definitivamente entienda el amor grande de Dios, quien entregó a su único Hijo para su salvación (Jn. 3:16).


Es preciso tomar la decisión de arrepentirse. No se puede creer que fulanito es más pecador que yo y para él es el castigo eterno; ni tampoco que menganito era demasiado bueno y sufrió tanto que va a gozar de la vida eterna. No. Tanto el uno como el otro, dice la Biblia, son pecadores (Ro. 3:23), y la única manera de encontrar la salvación es a través de Jesucristo. El que lo recibe tiene la vida, el que no, no tiene la vida.


Si te estás dando cuenta de esta nueva oportunidad que Dios te ofrece y nunca le has entregado tu vida a Jesús, te invito a orar así:


Señor Jesucristo: Entiendo que soy pecador y que tu bendita sangre me limpia de todo pecado. Hoy decido arrepentirme y aceptarte como mi único Señor y Salvador; te entrego mi vida para que hagas de ella lo que quieras para mí. Gracias Jesús por venir a morar conmigo; por lavarme y limpiarme y por darme la vida eterna que ofreces. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: