miércoles, 23 de febrero de 2011

Restauración de la mujer

Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita de júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada –dice el Señor–.

Isaías 54:1.


Lectura diaria: Isaías 54:1-6. Versículo para memorizar: Isaías 54:1.


ENSEÑANZA


Es impresionante como el Señor se acuerda de la mujer y aunque en este pasaje se refiere a Sión (Jerusalén), virtualmente Dios nos muestra cómo restaura y dignifica a aquella mujer que ha sido atropellada por no tener hijos, o por haber sido abandonada por su esposo: “No temas porque no serás avergonzada. No te turbes porque no serás humillada” (v. 4). Más adelante afirma lo siguiente: “Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el Señor Todopoderoso”; “El Señor te llamará como a esposa abandonada, como a mujer angustiada de espíritu, como a esposa que se casó joven tan solo para ser rechazada –dice tu Dios” (v. 6).

Mujer, ¿es esta tu situación? ¿Has sido humillada, maltratada o calumniada? No te aflijas más. Por más que te abandonen padre, madre, esposo o hijos, Dios estará ahí contigo para protegerte y para sacarte adelante. Él, el Todopoderoso que te formó, te conoce desde siempre y sabe perfectamente de tus debilidades y afanes. Él no te abandonará ni te dejará. Déjate abrazar por el Señor. “Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza” (Os. 2:14-15). No temas el Señor está contigo y restaurará tu vida.


Y si nunca le has permitido un lugar en tu corazón, te sugiero que lo hagas. Llegó el momento de tomar la decisión y abrazarte de tu Hacedor. Te invito a orar así:


Amado Jesús: Tú más que nadie conoces mi vida y mis aflicciones; hoy decido entregártela para que me lleves por la senda que tienes para mí. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Te acepto como mi Señor y Salvador. Te doy gracias por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme, por restaurarme como mujer que soy y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. Oro en tu bendito nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: