lunes, 14 de febrero de 2011

Promesas de Dios para ti

Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre.
Isaías 45:2-3.


Lectura diaria: Isaías 45:1-10. Versículos para memorizar: Isaías 45:2-3.


ENSEÑANZA


Ante la dificultad, creemos que Dios se ha olvidado y que poco le importamos y no es así. Por más que el enemigo quiera poner trabas y trampas, hay alguien que saca la cara y dice: “haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro”. ¿Con qué fin lo hace el Señor? Con el fin de darnos libertad en todas las áreas: espiritual, física, material y financiera. Recordemos que la verdad nos hará libres (Jn. 8:32) y que el Señor Jesucristo es la Verdad (Jn.6:14).

Él, el mismo Señor Jesús, es quien va adelante, rompiendo obstáculos y peleando por los suyos. Si el problema es espiritual, te sacará avante porque eres precioso para Dios: “te llamo por tu nombre y te confiero un título de honor” (v. 4b). Si es físico, “Aunque no me conoces te fortaleceré” (v. 5b); y si es el momento de llamarnos a su presencia, somos vasijas de barro en sus manos y es dueño de nuestro cuerpo, ¿quiénes somos para oponernos a su soberanía? No podemos contender con Él (v. 9). En el área material, el Señor también está presente: ¡Destilen, cielos, desde lo alto! ¡Nubes hagan llover justicia! (v. 8), así que si lo que nos está amargando son las injusticias cometidas en contra, Dios peleará por nosotros. Financieramente, Dios se encargará de entregar a sus hijos no solo lo guardado en lugares secretos sino lo que tienen los hijos de las tinieblas (v. 3). Nos devolverá con creces lo robado por el enemigo.


Todas estas son ricas promesas que Dios tiene para los que le aman y le buscan. Así que hoy gocémonos en el Señor y démosle toda la gloria y honra porque es quien la merece. ¿Qué somos para que nos tenga en cuenta con tanta benevolencia? Solamente un pedazo de barro en sus manos y aún así, nos mira con misericordia y amor dándonos lo mejor. Si nunca has conocido la verdad a través de Jesús, te invito a orar conmigo; de ese modo, vas a disfrutar también de sus promesas. Oremos:


Señor Jesús: Reconozco que soy pecador. Te entrego mi vida para que hagas con ella lo mejor para mí; sé tú mi Señor y Salvador personal. Ven a morar conmigo, perdona mis pecados y dame la vida que prometiste. Gracias Señor por hacerme una persona nueva, por perdonarme y limpiarme y por llenarme de todas las ricas promesas que ofreces a los que te buscan. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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