miércoles, 9 de febrero de 2011

¡Proclama!


Una voz dice: “Proclama”. ¿Y qué voy a proclamar?, respondo yo. Que todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo”. Isaías 40:6.


Lectura diaria: Isaías 40:3-31. Versículo para memorizar: Isaías 40:6.


ENSEÑANZA


Todo el capítulo 40 de Isaías es para sacarle el mayor provecho. Empieza con darnos la orden de proclamar las buenas nuevas a todas las personas y hacerles entender que lo único que quedará en estos cuerpos corruptibles será netamente lo espiritual; lo demás no vale nada. El hombre es comparado con la hierba que nace, crece, se reproduce y muere. Puede ser muy vistosa con colores verdes encendidos cuando está en todo su apogeo, pero en últimas se seca. Su gloria es pasajera. Nadie se lleva honores a la tumba. De nada sirve ante la muerte, títulos, nobleza, riqueza ni poder.

Ante la soberanía de Dios, el hombre es un simple mortal, una pizca de polvo nada más. Nadie puede decirle que es más poderoso que Él, porque ninguno estuvo a su lado cuando fundó el mundo y a nadie le pidió consejo (vv. 12-17).

Hay que anunciar la Palabra del Señor, porque es la que sí permanecerá en cada persona que la acepte como Palabra de Dios (v. 8). Hay que proclamar al Rey de reyes y Señor de señores. Hay que enseñar que somos como la hierba, moriremos. Pero a éste Soberano y Omnipotente Dios es al que tenemos que proclamar. Si aún no lo saben ni se han enterado “Él es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable” (v. 28). Sin embargo, para aquellos que escuchan y atienden su Palabra hay una promesa que hará más llevadera esta vida: renovarán sus fuerzas, volarán como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán” (v. 31). ¡Proclama! Es el mandato.


Para ti que estás leyendo este devocional, es el mensaje. Si nunca has escuchado de Dios o simplemente lo tienes como amuleto, es hora de que entiendas su magnificencia y gloria y te vuelques de corazón hacia Él. Su infinito amor se manifestó al hombre a través de su Hijo Jesús y puede cambiar vidas cuando nos entregamos a Él. Dios es un Dios vivo, no está muerto ni colgado en una cruz. Si es tu deseo conocerle de verdad, podemos orar así:


Amado Dios: Ahora entiendo que eres el Omnipotente y Soberano Dios. Quiero entender tu Palabra para poder alcanzar la vida eterna contigo que es la que vale. Señor Jesús: Te entrego mi vida para que hagas de ella lo mejor. Perdona mis pecados y enséñame a vivir de acuerdo a tu Palabra. Padre Santo te doy las gracias en el nombre de Cristo Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.


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