miércoles, 2 de febrero de 2011

Restauración familiar

Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar.
Génesis 33:4.


Lectura diaria: Génesis 33:1-20. Versículo para memorizar: Génesis 33:4.


ENSEÑANZA


La historia pasmada sobre el reencuentro de estos dos hermanos es fascinante. Vemos como Jacob quien había huido de Esaú hacia la tierra de sus parientes, después de muchos años de exilio y de haber logrado no sólo sus esposas e hijos sino también enriquecerse, por mandato del Señor vuelve a Canaán, el sitio que Dios le había prometido a Abraham y a Isaac. Temeroso de lo que pudiera hacerle su hermano, se las ingenió para irle ablandando el corazón enviándole presentes repetitivamente y que el encuentro pudiera ser más apacible. Al final, cuando ya se encontraron, Esaú salió corriendo a abrazarlo y besarlo al punto que los dos terminaron llorando.

Sobresale la nobleza por una parte de Esaú, ya que él fue el agredido, y por otra el coraje y la decisión de Jacob de arreglar la relación con el único miembro familiar que le quedaba de su casa paterna. Jacob, había aprendido mucho en esos años de ausencia y no le fue fácil sacar adelante sus proyectos; sin embargo, la mano de Dios siempre lo acompañó y pudo regresar sano y salvo además de muy enriquecido a su lugar de origen. Por lo visto a Esaú también le había ido muy bien al punto de no querer aceptar los presentes de Jacob a no ser por la insistencia de éste.

¿Cuántos hogares están destruidos por conflictos familiares? La rivalidad y el egoísmo es el pan de cada día en ellos y por ninguna parte se vislumbran deseos de reconciliación. En muchos, ni siquiera una enfermedad grave de alguno de los progenitores, sirve para menguar las riñas y el orgullo que emanan entre sus miembros. Dios nos manda tanto a perdonar como a pedir perdón. Si queremos prosperar en todas nuestras áreas, tenemos que buscar y ahondar en lo más profundo a ver si tenemos alguna raíz de amargura arraigada por falta de perdón y resentimiento contra los de mi familia. Una casa dividida, no prevalece. Hay que saber pedir perdón y si el otro no lo acepta ya no es cuestión nuestra, se entiende con Dios. Muy seguramente los lazos familiares están latentes y la decisión tiene su fruto. No lo dejemos para mañana, puede ser tarde. Busquemos la paz y la concordia familiar porque detrás de éstas, vienen muchas bendiciones.


ORACIÓN


Señor Jesucristo: Reconozco que soy pecador y que he fallado en muchas ocasiones; te pido perdón por ello y te ruego entres en mi vida para sanar y limpiar mi iniquidad. Gracias porque en tu inmenso amor tu me perdonas y necesito de ti para perdonar y saber perdonar. Gracias por darme una nueva vida contigo y hacer de mi la persona que tu quieres que yo sea. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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