viernes, 25 de febrero de 2011

De nada sirve preocuparse

¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

Lucas 12:25.


Lectura diaria: Lucas 12:22-34. Versículo para memorizar: Lucas 12:25.


ENSEÑANZA


La lectura del día nos enseña que nada sacamos con preocuparnos. Sin embargo, vivimos a toda hora afanados y agobiados por los gajes diarios que se presentan. Si el Señor es dueño de todo: comida, vestido, vida, aspiraciones, etc. ¿por qué afanarnos tanto? Su Palabra dice que si cuida de las aves que no tienen granero, ni siembran ni cosechan ¿cuánto más no lo hará por nosotros? También nos exhorta a mirar las hermosas flores, ni siquiera Salomón con toda su riqueza se vistió como un lirio y éstos no trabajan ni hilan (vv. 24-27). “Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe!” (v. 28).

Tal vez, nos dejamos llevar fácilmente por los afanes de la vida porque nunca estamos contentos con lo que tenemos y siempre habrá algo nuevo que meter en el baúl. Dios nos manda preocuparnos más por lo espiritual porque estos tesoros son los que verdaderamente valen. Para Dios somos especiales, somos sus consentidos. Nos llama incluso “rebaño pequeño”, animándonos a no tener miedo ya que a al Padre le plació darnos el reino; reino que ni siquiera merecemos pero somos tan importantes para Él que cada vez que lloramos o sufrimos está al lado nuestro para consolarnos. Aprendamos a no temer; aprendamos a saber que su gracia y amor están por encima de cualquier vicisitud y que solamente Dios puede decir: “Ya es hora, ven conmigo”, no podemos agregar ni siquiera un segundo al curso de la vida.


¿Eres una ovejita de su manada descarriada, o tal vez nunca has estado en el aprisco? El Señor quiere darte salvación para que puedas poner los ojos en Él y no te dejes llevar por las aflicciones y congojas. Hoy te ofrece una vida nueva. ¿Deseas aceptar su invitación? Si es así, te sugiero orar conmigo:


Señor Jesús: Nunca me he permitido hacer parte de tu redil y creo que llegó el momento de decirte que tomes mi vida y la canalices como es tu voluntad. Te recibo como mi Señor y Salvador; perdona mis pecados y dame esa nueva vida que me ofreces para que aprenda a no afanarme tanto y confiar plenamente en ti. Gracias Jesús por hacerlo. En tu nombre, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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