lunes, 10 de mayo de 2010

¿Temor ante los gigantes?

¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.

Números 13:33.

Lectura diaria: Números 13:25-33. Versículo del día: Números 13.33.

ENSEÑANZA

Creo que con frecuencia nos sucede que vemos los problemas más grandes de lo que en realidad son. Y nos pasa esto, porque simplemente no le creemos a Dios. Si el Señor ha dicho que lo hará, lo hará. Y como en el caso de los israelitas a quienes se les había prometido paz y libertad en medio de una tierra próspera, nosotros también nos dejamos amedrantar por el primer obstáculo que se nos presenta, e igual que ellos vemos gigantes que a los ojos naturales son difíciles de traspasar sin reconocer al Todopoderoso, quien saldrá a guerrear por nosotros y de manera sobrenatural los derrotará, abriendo el camino para poseer esa vida de tranquilidad y prosperidad que es su deseo regalarnos. “Si ustedes oyen hoy su voz no endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto, cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras” (Sal. 95:7c-9). ¿Nos pasa igual que a ellos? ¿Hemos comprobado su fidelidad y aún así en desiertos volvemos a dudar? Quizá estas pasando por tierras áridas y secas pero has escuchado su voz diciéndote: “No temas, estoy contigo”. “Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas, haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor” (Isa. 45:2-3). No crean que la lección dejada aquí no es para mí, porque como dice Pablo: “En fin: tú que enseñas a otros, ¿No te enseñas a ti mismo?” (Rom.2:21). Señor: No importa cuáles sean esos gigantes que se interponen y no nos dejan vislumbrar el panorama de éxito en esta guerra que libramos. Gracias porque tú si los conoces y como decían Caleb y Jafet: “¡Ya son pan comido! No tienen quien los proteja, porque el Señor está de parte nuestra”. Gracias por tus palabras de aliento y promesa; igual que aquel pobre hombre que encontraste en el camino decimos: “¡Sí creo! ¡Ayúdame en mi poca fe!”. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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