viernes, 7 de mayo de 2010

¡En todo tiempo, Señor!

¡Levántate, Señor! Sean dispersados tus enemigos; huyan de tu presencia los que te odian.

Números 10:35.

Lectura diaria: Números 10:33-36. Versículo del día: Números 10:35.

ENSEÑANZA

Cuando los israelitas se ponían en marcha, el Señor iba al frente y la nube permanecía sobre ellos durante todo el día. Entonces, Moisés oraba a Dios pidiéndole que se levantara y dispersara a todos los enemigos. De igual modo cuando se detenían, moisés decía: “Regresa, Señor, a la incontable muchedumbre de Israel” (v.36). Pienso que es un bonito pasaje para imitar. Debemos acostumbrarnos tanto al salir de casa como al regreso, a orar ya sea para entregarle al Señor los sitios por donde nos vamos a mover, pidiéndole que no deje que el enemigo se interponga en cada diligencia de las que tengamos que realizar, o para darle gracias al llegar, por el regreso sin ningún tropiezo, reconociendo a la vez su señorío y presencia en el hogar. “¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche!” (Sal.92:1-2). De la misma manera, tanto en la mañana como en la noche, tenerlo siempre presente, alabándolo y exaltándolo por lo que Él es. Recordemos que el Señor se goza en las alabanzas de su pueblo y es el sacrificio que por ende nos pide. El practicar a diario estas sencillas oraciones, nos van enseñando a fijar de verdad la mirada en el Señor y a aprender a ser detallistas con nuestro Amado Dios. Reconozcámoslo en la entrada y en la salida; en la mañana y en el anochecer, porque es Él, quien cuida de nosotros. Señor, enséñame a depender de ti en todo tiempo y lugar donde me encuentre. Enséñame a llenarme de alegría por tus maravillas y cantar jubilosa por las obras de tus manos. ¡Gracias Señor por tu poder y tu inescrutable grandeza! Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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