martes, 18 de mayo de 2010

No olvidemos ninguno de sus beneficios

Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.

Salmo 103:2.

Lectura diaria: Salmo 103:1-22. Versículo del día: Salmo 103:2.

ENSEÑANZA

El Señor no sólo espera que le alabemos por lo que Él es. También debemos aprender a ser agradecidos y como nos los enseña este Salmo, sin olvidar ninguno de sus beneficios. Lo primero en reconocer como el favor más grande es el perdón de pecados con el cual nos da la salvación a través de su Hijo Jesucristo. Otro socorro invaluable es el saber que sana todas nuestras dolencias y que si estamos al borde de la muerte, viene compasivo y amoroso a rescatarnos del sepulcro. Es el Señor quien nos hace justicia y defiende de los opresores; no actúa como humano, sino que su naturaleza divina lo hace clemente y compasivo, entendiendo que somos de barro y por consiguiente nos quebrajamos fácilmente. Dice el salmista: “Él colma de bienes tu vida” y algo que nos gusta mucho en especial a las mujeres, “y te rejuvenece como a las águilas” (v. 5). Si cada mañana al levantarnos, hacemos un recuento de lo acontecido solamente del día anterior, tendremos mucho de qué darle gracias y alabar su nombre. Lo que pasa es que nos dejamos llevar más por lo malo que por lo bueno y no solamente sucede en la relación con el Señor. Nos acontece lo mismo con nuestro esposo(a), hijos y en general con todo el mundo. Siempre lo opaco va a tapar lo claro y brillante. Tendemos a mirar más la ofensa que la dádiva. Aprendamos a ser agradecidos y de manera inigualable con quien siempre quiere lo mejor para sus hijos: Dios nuestro Padre. Alaben al Señor sus ángeles, sus ejércitos y todas sus obras. ¡Alaba, alma mía, al Señor! Sí, porque sólo tú eres digno de toda honra, gloria y honor. ¡Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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