viernes, 21 de mayo de 2010

Pagar lo debido a cada cual

Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor.

Romanos 13:7.


Lectura diaria: Romanos 13:1-14. Versículo del día: Romanos 13:7.

ENSEÑANZA

Éste capítulo de Romanos nos insta no sólo a ser responsables con nuestras obligaciones, sino que también nos hace un llamado a respetar a las autoridades, sabiendo que toda autoridad es impuesta por Dios. En cierta forma, el mismo pago de impuestos es una manera de someterse a la autoridad y debemos hacerlo sin renegar ni acusar a los gobiernos de ladrones; no somos los llamados a juzgar, si ellos están obrando mal, cuentas tendrán que darle a Dios. Es exactamente lo mismo que pasa con el diezmo, debemos darlo sin reparos; Dios nos manda hacerlo y es nuestra obligación, si los pastores o líderes religiosos no lo administran bien no es problema para el dador, el problema es de ellos con Dios. Tenemos que entender estos principios tan básicos en la vida del creyente pero tan difícil de practicar. Actualmente, ni niños, ni jóvenes ni adultos se someten a las autoridades, existe como un oleaje de prepotencia y orgullo donde nadie quiere que le manden sino hacer su propia voluntad. El respeto por el mayor en edad, dignidad y gobierno tal como nos lo enseñaban en el pasado, ya no existe; simplemente quedó en eso: en el pasado. Hoy las normas son demasiado elásticas y las pocas, como dicen por ahí: “para pasarlas por la galleta”. Una manera de tener libertad financiera es pagando lo que se debe, por algo dice el proverbio que quien no paga se empobrece más. “Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos” (V. 11), tal como dice el refrán: “El palo no está para cucharas”. No tenemos que ser necios, demos una mirada al mundo financiero y entendamos que en medio de crisis económicas, lo mejor es ser sobrios y prudentes con el manejo del dinero. En conclusión, aprendamos a darle a cada quien lo que le corresponde sin vacilar, teniendo presente que en el amor al prójimo se encierra la base completa de nuestro comportamiento: mi ego lleno de orgullo se desplaza para con humildad reconocer en los demás sus atributos y rendirles el respeto que cada cual merece. Respeto que me lleva inclusive a devolver lo prestado, del modo que Dios desea que lo haga.

Un abrazo y bendiciones.

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