jueves, 6 de mayo de 2010

Cuando la justicia flaquea

Cuando en presencia del Altísimo se le niegan al hombre sus derechos y no se le hace justicia, ¿el Señor no se da cuenta?

Lamentaciones 3:35-36.

Lectura diaria: Lamentaciones 3:34-60. Versículo del día: Lamentaciones 3:35-36.

ENSEÑANZA

Jeremías sufre al ver tanta injusticia a su alrededor; sin embargo sabe que nada puede hacerse sin que Dios dé la orden, e insta al pueblo judío a hacer un examen de conciencia y volver al camino del Señor: “Elevemos al Dios de los cielos nuestro corazón y nuestras manos. Hemos pecado, hemos sido rebeldes, y tú no has querido perdonarnos” (v. 41-42). A veces no entendemos el porqué de tantas derrotas; vamos por allí y aparentemente se nos abren puertas pero seguimos y más adelante pareciese como que ese camino era un callejón sin salida y todo se vuelve a oscurecer y cerrar. Las injusticias nos abruman y el enemigo sigue campante y sonante haciendo de las suyas y es como si el Señor cerrara sus ojos y oídos, y no viera ni escuchara. Pero, ¿no será que también tenemos que parar y ver en qué hemos fallado? ¿Será que nuestro arrepentimiento no ha sido genuino ante Dios? Es el momento cuando empezamos a cavilar y cuestionarnos con un “¿qué pasa Señor?” “Hemos sufrido terrores, caídas, ruina y destrucción”; “Tu notaste su sed de venganza y todas sus maquinaciones en mi contra” (v.47 y 60). A veces quisiéramos decir como Jeremías en aquellos tiempos: “¡Dales, Señor su merecido por todo lo que han hecho! Oscurece su entendimiento, y caiga sobre ellos tu maldición. Persíguelos, Señor, en tu enojo y bórralos de este mundo” (vs.64-66). No nos digamos mentiras, eso es lo que por dentro el corazón grita cuando sufrimos afrentas de parte de nuestros enemigos; pero el Señor Jesús, en el Nuevo Testamento cambió toda sed de venganza por parte nuestra y nos ordenó amarlos y orar por ellos. Además Él dice: “Mía es la venganza, yo pagaré”. Entonces, ¿para qué gastar energías en algo que no nos compete? De mi parte diré más bien como Job: “Yo sé que mi Redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte” Si sobre la muerte, la destrucción y todo lo que conlleva el falso triunfo del enemigo. Señor, permite que tu gracia nos ayude cada día no sólo a perdonar sino también a olvidar, como tú lo haces. Te pedimos por todos aquellos que nos han hecho mal, para que un día te conozcan y cambien de actitud, por tu bendito amor derramado sobre ellos. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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