domingo, 30 de mayo de 2010

La permisividad en la inmoralidad sexual

Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien. Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine.
1ª. Corintios 6:12.


Lectura diaria: 1ª. Corintios 6:12-20. Versículo del día: 1ª. Corintios 6:12.

ENSEÑANZA

Es bien cierto que la carne nos induce a pecar, pero precisamente tenemos al Espíritu Santo quien primero, si pecamos nos redarguye de todo pecado y segundo con su fruto de dominio propio, no permitirá que ésta nos domine y caigamos doblegados ante la naturaleza pecaminosa. Si fuimos comprados por un precio ¿por qué dejarnos esclavizar nuevamente del pecado? Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo quien habita en nosotros desde el momento en que le entregamos la vida al Señor Jesucristo; esto quiere decir que ya no es nuestro, le pertenece a Dios y si le pertenece a Dios, ya no tenemos autonomía sobre él. Debemos ser consecuentes con la gracia derramada y no menospreciarla con el pecado y en este caso Pablo se refiere en especial a la inmoralidad sexual. “Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (v. 13b.). Busquemos con corazón sincero al Señor para unirnos con Él en espíritu y no le demos cabida a la inmoralidad sexual, porque todo pecado sexual es contra el propio cuerpo, el cual debemos tener limpio y resplandeciente para enaltecer el nombre de nuestro Señor. Pidamos constantemente la llenura del Espíritu Santo para que su fruto brote y nos permita practicar el dominio propio en cualquier tentación que el diablo y la carne nos presenten. Todo nos puede estar permitido, pero no todo nos conviene ni nos puede subyugar. Como dice la canción de antes: “No vivo yo, más Cristo vive en mí, para mí el vivir es Él, para mí el vivir es Cristo”.

Un abrazo y bendiciones.

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