domingo, 13 de diciembre de 2009

La restauración tiene un fin

En el momento propicio te respondí, y en el día de salvación te ayudé. Ahora te guardaré y haré de ti un pacto para el pueblo.

Isaías 49:8.

Lectura diaria: Isaías 49:1-26. Versículo del día: Isaías 49:8.

ENSEÑANZA

Pueden llegar tiempos difíciles y adversidad tras adversidad, pero debemos entender que Dios restituirá todo lo perdido. ¿En el momento nuestro? No. ¿En el día planeado? Tampoco. Dios nos dice que Él sabe cuál es el momento propicio y el día de salvación. ¿Qué pretende con esto el Señor? Ante todo, que pongamos nuestra confianza en Él y aprendamos a ser sus verdaderos testigos aquí en la tierra. Añoramos la restauración y deseamos salir cuanto antes de los desiertos áridos. Dios sabe perfectamente todo el sufrimiento a cuestas, sin embargo, el tiempo de la reparación, cuando el Señor dice que llega, llega y no permitirá más sufrimiento. “Aunque te arrasaron y dejaron en ruinas, lejos quedarán los que te devoraban” (Verso 19). Pero, ¿nos damos tiempo para pensar, cuál es el fin u objeto de esa restauración? Muy seguramente no. Pues el Señor aquí en este pasaje de Isaías nos aclara el para qué: Para restaurar, hacer justicia, dar libertad y trasladar la luz hacia los valles tenebrosos. Para ser misericordiosos y compasivos. Para demostrar el amor de Dios a otros, llevándolos a los pies de Cristo. Poco a poco a través de esas circunstancias nos ha ido puliendo para que podamos presentarnos como sus verdaderos embajadores y resplandezcamos en medio de las tinieblas. Nos guarda para que seamos consuelo a los afligidos. Definitivamente no podemos consolar si antes no hemos sido consolados. Todo esto lo permitirá el Señor, nuestro Salvador, para que la humanidad entera sepa de su poder y de su redención. En nuestras manos está el permitir que Dios nos utilice y también que maneje nuestro testimonio para dar gloria a su nombre.

Un abrazo y bendiciones.

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