miércoles, 9 de diciembre de 2009

La unión conlleva armonía y perdón

¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!

Salmo 133:1.

Lectura diaria: Salmo 133:1-3. Versículo del día: Salmo 133:1.

ENSEÑANZA

El propósito de mis devocionales es poder dejar en cada uno de ustedes algo de lo que el Señor me enseña a diario. Les empecé a compartir desde el primer día en que me pre-diagnosticaron el cáncer de seno, pre-diagnóstico confirmado más tarde, así como los ires y venires que el tratamiento conllevó. También les he manifestado mis caídas y levantadas tanto en el campo espiritual como financiero. Hoy, deseo compartirles algo que en realidad me movió el piso. Fuimos invitados por mis primos Galindo, al cumpleaños de Marujita, la esposa del único hermano varón que hubo en la familia materna. Pues, bien, allí llegamos con mi esposo y mi primera sorpresa fue encontrarme con una Marujita tan llena de vida; con 85 años a cuestas y está enterita. De verdad que me alegró mucho su estado de salud como también el verla rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos. ¡Qué lección tan grande aprendí! Tan unidos y compartiendo todos fraternalmente me conmovió completamente. Como nunca se sabe lo que Dios nos tiene preparado, comenzamos a hablar de todo un poquito. En eso surgió en la conversación el carácter fuerte de mi madre y sus hermanos al igual que del orgullo y altivez que siempre los caracterizó. Mi primer golpe surgió cuando la esposa de uno de mis primos, me recordó el tiempo atrás cuando yo iba exactamente por ese camino y en una ocasión la había ofendido a ella demasiado duro. Tengo que confesar que en estos días recientes yo no sé porqué Dios trajo a mi memoria ese episodio y me dije “Señor dame la oportunidad de verme con ella porque necesito pedirle perdón”. Bueno, cuando ella me dijo eso, recordé lo anterior y le expresé mi tristeza y dolor por haberme comportado de esa manera, claro también le pedí perdón. Lo terrible es que no sólo fue a ella, sino también a otras personas a las que yo agredí. ¡Dios mío, perdóname y permite que pueda llegar hasta ellas para lograr una reconciliación total! Pero ahí no paró todo, Marujita la homenajeada, nos relató como en una ocasión, también había sido objeto de humillación e incomprensión por parte de una de mis tías. Tengo que ser sincera, y doy fe que por lo menos con Marujita no fue una ni dos veces, yo fui testigo de muchas situaciones difíciles que ella tuvo que aguantar y afrontar en el hogar de mi madre, hablo en parte por lo que vi y en parte por lo contado que eso venía desde mi abuelita y se extendió a toda esa generación. Yo voy a lo siguiente y ayer lo dije delante de todos en la reunión: Le doy gracias a Dios, por haberme permitido conocerlo por un lado, pero lo más importante, porque Dios ha tratado conmigo fuertemente y me ha disciplinado como un buen Padre lo hace con sus hijos. A veces no entendemos porqué suceden tantas cosas difíciles, pero con el tiempo Dios mismo se encarga de mostrarnos como en mi caso, que si no lo hace de esa manera, nuestro comportamiento jamás cambiará. Hoy me siento en otra dimensión y muy tranquila. En nombre de mi madre y de mis tías, le pedí perdón a Marujita y todos los presentes que en algún momento ellas o yo hubiéramos con intención o sin intención herido. Terminé solicitándoles a todos se levantaran y me acompañaran con una oración. Estoy segura que todo lo hice guiada por el Espíritu Santo. Fue muy emocionante, ver no sólo a mis primos abrazarme sino a otros sobrinos de Marujita; uno de ellos me dijo, “la lección que me acaba de dar, nunca la había recibido. Muchas gracias, la aprendí muy bien y la felicito por su entereza y valor para afrontarla”. Otros me pidieron el teléfono porque mis palabras habían calado tanto, que querían saber más de mí. Les quise compartir esto porque de verdad, cuando nos dejamos guiar por Dios, el se encarga de abrir el camino y allanar las sendas. Eso fue lo que pasó ayer conmigo. Dios me llevó para reconciliarme con personas que tal vez antes ni siquiera había notado que hubiese herido. Marujita, mejor que nadie en bienestar y salud. Sus hijos y nietos casi todos profesionales. ¡Dios! definitivamente “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:14). Esto es muy cierto. Tengo que agregar, que no todo es malo, esa unión y confraternidad entre ellos, es herencia dejada en especial por ese hogar materno. Señor: muchas gracias por darme el rato de confraternidad, cariño, reconciliación y perdón que me permitiste tener. ¡Te amo Señor!

Un abrazo y bendiciones.

P.D. Sea el momento, para decirles que si he herido y ofendido a alguno de ustedes, me perdone. Gracias por hacerlo.

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