jueves, 3 de diciembre de 2009

La disciplina del Señor

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.

Proverbios 3:11-12.

Lectura diaria: Proverbios 3.1-35. Versículo del día: Proverbios 3:11.

ENSEÑANZA

Con frecuencia creemos cuando estamos afrontando dificultades, que Dios no nos ama, que se olvidó de nosotros e incluso el diablo nos manda pensamientos contrarios a nuestras creencias para que la fe depositada en el Señor, se quebrante. Es difícil entender la disciplina de Papito Dios, pensamos que aquí en la tierra un padre puede y debe corregir a su hijo, pero no alcanzamos a imaginarnos a un Padre celestial, también tratando de enderezarnos. La disciplina del Señor no es fácil; Él nos conoce como ningún otro y sabe lo que hay en nuestro corazón. Dios, al pueblo de Israel, les demostró de muchas maneras cuán importantes eran ellos para Él; les demostró su poder, bondad y compasión, incluso desde antes de salir de Egipto y por todo el camino del desierto lo único que hizo fue estar al tanto de su cuidado; les proveyó de maná todos los días y les dio a beber agua de la roca. Por la noche los guiaba a través de una columna de fuego y en el día con una nube. Sin embargo, ellos eran obstinados e incrédulos; fácilmente se devolvían a sus antiguas adoraciones “olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado” (Isaías 43:18), y no se sometían a estar bajo la autoridad de Moisés. ¡Cuántas veces actuamos al igual que ellos! Si el Señor nos dice: “coge por aquí”, nosotros respondemos: “no por allí es mejor”, y nos toca ir de tumbo en tumbo hasta entender su voluntad y disciplina. Aprendamos a escuchar la voz de Dios, a comprender que Él desea lo mejor para sus hijos y que si estamos en un periodo de disciplina, muy seguramente es porque somos rebeldes y nos ama tanto que desea vernos en otra dimensión, en otro plan “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el Señor–, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11). Padre amado: gracias, porque tú sabes hacia dónde nos dirigimos. Haz que seamos obedientes y entendamos tu disciplina. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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