martes, 8 de diciembre de 2009

La sabiduría

Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara.

Proverbios 8:11.

Lectura diaria: Proverbios 8.1-36. Versículo del día: Proverbios 8:11.

ENSEÑANZA

Dice el Diccionario Bíblico que la sabiduría comienza por darle a Dios el lugar prominente en la vida y se extiende básicamente en la aplicación de lo que uno hace, a fin de lograr un buen vivir. La sabiduría le pertenece a Dios quien la manifiesta en su creación y es Dios quien se la otorga al hombre. Si no tenemos sabiduría, debemos pedírsela a Dios al igual que hizo Salomón porque el hallarla nos ayudará grandemente en el andar diario. Todos necesitamos sabiduría, no solamente las autoridades eclesiásticas y civiles. ¡Qué diferentes serían nuestros pueblos si los mandatarios de turno aplicaran el discernimiento y la prudencia para gobernar! Seguro que se administraría justicia verdadera y nos evitaríamos tantos dolores de cabeza. Es la sabiduría la que da discernimiento, instrucción, conocimiento, prudencia, discreción, consejo, buen juicio, entendimiento y poder. En ella están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos (versos 5-18). La sabiduría es quien nos enseña a discernir al aconsejar a otros. La sabiduría es lo opuesto a la maldad, por eso los necios no la buscan porque aman lo malo, el orgullo y la arrogancia y creen no necesitar de ella. El apóstol Pablo contrapone la sabiduría del mundo a la de Dios en Cristo “que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio. Porque a los ojos de Dios la sabiduría es locura. Como está escrito: Él atrapa a los sabios en su propia astucia” (1ª. Corintios 3:18-19). La sabiduría de Dios, nos proveyó una salvación gloriosa, esta, que parece a los hombres locura, es realmente la cumbre de la sabiduría de Dios. Al aceptar a Cristo en nuestras vidas, estamos aceptando la sabiduría completa de Dios y llega a ser la fuente de la sabiduría verdadera para el creyente a fin de que éste entienda la voluntad de Dios, alcance la madurez espiritual y consiga la dirección práctica para la vida. “A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer” (verso 17). Busquemos la sabiduría, para vivir como Dios desea que lo hagamos. “En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor” (Verso 35).

Un abrazo y bendiciones.

Bibliografía: Diccionario Ilustrado de la Biblia

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