sábado, 26 de diciembre de 2009

La matanza de inocentes

Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

Mateo2:13.

Lectura diaria: Mateo 2:13-18. Versículo del día: Mateo 2:13.

ENSEÑANZA

Es triste leer este episodio de la Biblia donde por orgullo, celos y envidia, el rey Herodes quien gobernaba en Judea cuando nació Jesús, mandó matar a todos los niños menores de dos años, creyendo que con esto lo eliminaría y su reino no se vería afectado. Matanza que no tenía lógica pues el Señor vendría como el Mesías sufriente a salvar a la humanidad caída (en su segunda venida si vendrá como el Mesías reinante). ¿Cuántos actuamos como Herodes? O ¿sabemos que Jesús nació, pero nuestra indiferencia y orgullo no nos permiten reconocerle como el Señor y Rey de nuestra vida? Y si le conocemos ya ¿Cuántas veces lo hemos desechado? Vale la pena hacernos estos interrogantes y sinceramente darnos una respuesta, porque muy seguramente encontraremos que hemos sido necios al dejar que el egoísmo, el celo y el orgullo nos venzan sin dejarle cabida al que podría poner todo en orden cuando nuestra vida se halla en completo caos. Quizá, no matamos niños inocentes pero si herimos fuertemente al prójimo con nuestras palabras, ironías e incluso con críticas y juzgamientos que no nos competen y que lo único que dejan son sabores amargos y calumnias. “El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino” (1a. Juan 3:14-15). Reflexionemos y actuemos con cordura, con amabilidad, con misericordia, amor y tolerancia que tanta falta nos hace para que los hogares, la sociedad, el país y en general el mundo, vayan encontrando gotas de paz y no se siga derramando más sangre inocente; porque a pesar de vivir en el siglo XXI y de la alta tecnología desarrollada, en el corazón del hombre solo se encuentra el deseo de destrucción y se mata a diestra y siniestra. Colaboremos con nuestro granito de arena, permitiéndole a Jesús gobernar nuestras vidas y que éstas sean guiadas por el Espíritu Santo quien es el único capaz de poner en nosotros su fruto completo; así seremos en algo parte de la solución y no del problema.

Un abrazo y bendiciones.

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