viernes, 11 de diciembre de 2009

Dios multiplica la generosidad

Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?

Juan 6:9.

Lectura diaria: Juan 6:1-15. Versículo del día: Juan 6:9.

ENSEÑANZA

Dios puede hacer con sus hijos o incluso con los que no lo son, si lo desea, el milagro de la multiplicación. En este pasaje donde vemos claramente el poder del Señor Jesús, podemos observar uno de los milagros más dicientes efectuados por el Maestro. No solamente enseñaba sino que demostraba compasión por su gente que lo seguía. Sanaba tanto heridas físicas como heridas del alma. Jesús no se escatimaba en nada y estaba dispuesto siempre a darlo todo. Tal vez, nosotros pensamos que si no tenemos abundantemente no podemos ofrecer nada; el Señor nos deja la lección que así sea poco, al compartirlo, Dios lo multiplicará. Esto es tan verídico que en casa, aún en tiempos de escasez, cuando hemos sido generosos, hemos visto cómo Dios de una manera u otra nos devuelve y con creces lo que hemos sembrado en otros. No sé por qué la Navidad tiene ese algo que nos hace sonreír fácilmente. En días pasados les escribía sobre la donación de un regalito para los niños más necesitados. Gracias por las personas que me contestaron; el Señor les multiplicará de acuerdo a sus riquezas en gloria. Si alguno no lo ha hecho no importa. Simplemente puede hacerlo a través de su Iglesia, barrio, Conjunto o en últimas con algún niño de la calle, lo que importa es la intención y lograr el objetivo. Ahora, que si decimos que somos tan, tan pobres que no tenemos nada para dar, estamos mintiendo, porque tenemos la vida, unos brazos para dar un fuerte abrazo, unos ojos para mirar con bondad y amor, y una boca para bendecir a los niños, celadores, o personas que nos rodeen. Y si en nuestras manos está el dar un pan o un ponqué especial de esta época, ¿por qué no suministrarlo? Simplemente hagamos la prueba, Dios no se queda con nada guardado y cuando damos a otros de lo mismo que Dios nos ha regalado, comprobamos la multiplicación. Navidad: tiempo de paz, de regocijo, de reconciliación y de grandeza. Repartamos no sólo natilla y buñuelos a los allegados, hagamos felices a los niños, quienes en últimas son a los que les corresponde esta fiesta. “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25:40). “Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí” (Mateo 18:5). Palabras del Señor Jesús.

Un abrazo y bendiciones.

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