martes, 1 de diciembre de 2009

¡Que toda la creación te alabe!

¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmo 150:6.

Lectura diaria: Salmo 150:1-6. Versículo del día: Salmo 150:6.

Al comprobar la grandeza de Dios, su amor incondicional, su misericordia y compasión; al recibir las promesas ofrecidas y evidenciar que Él jamás nos falla, no podemos más, que elevar nuestra alabanza y adoración al gran Rey y Señor del universo. Es tan lindo recibir sus beneficios y despertarnos sabiéndonos victoriosos “porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria. Que se alegren los fieles por su triunfo; que aún en sus camas griten de júbilo” (Salmo 149:4-5). Sí, cuando estamos completamente sintonizados con Dios y sentimos su presencia tan cercana, son momentos verdaderamente indescriptibles y difíciles de explicar; el sol brilla más que nunca, el canto de las aves se convierte en alabanza y aún el murmullo más imperceptible se escucha como tonada musical a su Nombre. Todo lo que respira Señor, habla de ti, la naturaleza se vuelca y se inclina reverente ante su Creador. He sabido de momentos sublimes donde el ganado ha hincado sus patas y lanzado un bramido reconociendo su poder y majestad. En el llano ante el inminente temblor o tormenta los animales saben a ciencia cierta a quien clamar. En un huerto floreciente, supe en alguna ocasión como las plantas se doblaban en un tiempo de quebrantamiento espiritual de los allí presentes. “Sí, todo lo que respira alabe al Señor” dice el salmista. El respirar no es exclusivamente función de los humanos, el reino animal y vegetal también goza de este beneficio. Señor: que cada respiro mío, se convierta en exaltación a tu grandeza, poderío y majestad. Gracias por ser quien eres. Gracias porque nunca mientes y tu Palabra se cumple a cabalidad. Gracias por reconocerme como tu hija y consentirme como a la niña de tus ojos. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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