Luego observé todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas. Vi que todo era vanidad, un correr tras el viento, y que no había provecho bajo el sol.
Eclesiastés 2:11. NVI.
Lectura: Eclesiastés
2:1-11. Versículo del día: Eclesiastés 2:11.
MEDITACIÓN DIARIA
Salomón nos cuenta aquí
en este capítulo del Libro de Eclesiastés, todo lo que se propuso hacer. Vemos
que el Señor lo llenó de sabiduría, porque eso fue lo que le pidió. Así que se
dedicó a vivir con muchos placeres: “Me dije entonces: ‘Vamos, pues, haré la
prueba con los placeres y me daré la gran vida’. ¡Pero aun esto resultó ser
vanidad!” (v. 2). Todo lo que quiso, lo hizo; sin embargo, se dio cuenta al
final, que todo lo logrado no significaba nada. Él tuvo muchas riquezas, muchos
lujos, para concluir que eso no tenía sentido, era como perseguir el viento.
Muy buena esta conclusión; así nos puede suceder. Por eso, no podemos dejar que el dinero, la fama, el poder, la riqueza intelectual o material que Dios nos dé, se interponga en lo que, de verdad, tiene sentido en nuestra relación personal con el Señor Jesús. Siempre he pensado que, si se es bendecido, es para bendecir, y bendecir con amor; de lo contrario no serviría de nada: “Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás” (1 Corintios 13:3. TLA).
Bendito Señor: mi
oración es porque sea el amor Tuyo fluyendo en mi vida diaria. Jesús amado, oro
para que mi relación Contigo sea la que me motive a dar, a ofrecer de lo que Tú
me das, y que en esta entrega esté por encima Tu Nombre como Señor y Salvador
de la humanidad. Permite que lo dado, no solo sea un bien material que se
extingue fácilmente; que sea el bien que perdura para vida eterna. Gracias,
muchas gracias, Dios y Señor dueño del universo entero.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario