jueves, 17 de agosto de 2023

Mis Devocionales como mi primera Jerusalén

 Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, hasta en los confines de la tierra. 

Hechos 1:8. NTV.


Lectura: Hechos 1:1-8. Versículo del día: Hechos 1:8.


MEDITACIÓN DIARIA


El versículo del día es para mí el complemento al de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Es el Precioso Espíritu Santo quien nos da el poder y las palabras necesarias para compartir el mensaje de las Buenas Nuevas del Señor Jesucristo. Él también es quien nos da el discernimiento, la seguridad, el denuedo y en especial la unción para que donde quiera que nos encontremos, seamos testigos del Señor Jesucristo anunciando la Buena Noticia (Lucas 4:8). El Espíritu Santo es quien nos guía en nuestras decisiones y quien nos conduce a la verdad. Entender la verdad es reconocer a Jesús como Señor y Salvador. Como mi deseo es empezar a compartir el Evangelio del Señor Jesús a diestra y siniestra, a tiempo y a destiempo. Siendo ‘Mis Devocionales Compartidos’, lo más cerca que tengo para difundir el mensaje de salvación, lo considero mi propia Jerusalén y aquí empiezo.  


“Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6). No hay otro camino; no hay otra verdad y solamente Jesús da vida eterna. Jesús murió por ti; Dios en su infinito amor, mandó a su Hijo al mundo, para que todo el que crea en Él, tenga vida eterna (Juan 3:16). Hoy es el día de salvación para ti; hoy te desafío para que busques a Jesús y le encuentres sentido a tu vida de la mano de Él. Si es tu deseo, podemos orar; mira orar es hablar con Dios. Yo te puedo guiar con una oración de fe en Jesucristo, pero si te parece, puedes decirle directamente con tus propias palabras; lo importante es la sinceridad con que la hagas.


Señor Jesucristo: gracias por amarme y revelarme que solamente Contigo puedo tener una vida eterna. Gracias porque viniste a morir por mis pecados y gracias por perdonarlos también. Por eso hoy decido entregarte mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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