Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, hasta en los confines de la tierra.
Hechos 1:8. NTV.
Lectura: Hechos 1:1-8.
Versículo del día: Hechos 1:8.
MEDITACIÓN DIARIA
El versículo del día es
para mí el complemento al de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Es el Precioso
Espíritu Santo quien nos da el poder y las palabras necesarias para compartir
el mensaje de las Buenas Nuevas del Señor Jesucristo. Él también es quien nos
da el discernimiento, la seguridad, el denuedo y en especial la unción para que
donde quiera que nos encontremos, seamos testigos del Señor Jesucristo anunciando
la Buena Noticia (Lucas 4:8). El Espíritu Santo es quien nos guía en nuestras
decisiones y quien nos conduce a la verdad. Entender la verdad es reconocer a
Jesús como Señor y Salvador. Como mi deseo es empezar a compartir el Evangelio
del Señor Jesús a diestra y siniestra, a tiempo y a destiempo. Siendo ‘Mis
Devocionales Compartidos’, lo más cerca que tengo para difundir el mensaje de
salvación, lo considero mi propia Jerusalén y aquí empiezo.
“Jesús le contestó: —Yo
soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio
de mí” (Juan 14:6). No hay otro camino; no hay otra verdad y solamente Jesús da
vida eterna. Jesús murió por ti; Dios en su infinito amor, mandó a su Hijo al
mundo, para que todo el que crea en Él, tenga vida eterna (Juan 3:16). Hoy es
el día de salvación para ti; hoy te desafío para que busques a Jesús y le
encuentres sentido a tu vida de la mano de Él. Si es tu deseo, podemos orar;
mira orar es hablar con Dios. Yo te puedo guiar con una oración de fe en
Jesucristo, pero si te parece, puedes decirle directamente con tus propias
palabras; lo importante es la sinceridad con que la hagas.
Señor Jesucristo:
gracias por amarme y revelarme que solamente Contigo puedo tener una vida
eterna. Gracias porque viniste a morir por mis pecados y gracias por
perdonarlos también. Por eso hoy decido entregarte mi vida para que seas mi
Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que
deseas que yo sea. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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