jueves, 3 de agosto de 2023

Aunque la ciencia no lo acepte, Tú obras en pro nuestro

 ¡Ahora acérquense y desayunen!, dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres? Todos sabían que era el Señor. 

Juan 21:12. NTV.


Lectura: Juan 21:1-14.  Versículo del día: Juan 21:12.


MEDITACIÓN DIARIA


La lectura habla de la pesca milagrosa que el Señor permitió que ocurriera, en la tercera vez que se apareció a sus discípulos, después de su resurrección. Simón Pedro y la mayoría de ellos, se fueron a pescar al mar de Galilea en la noche, pero no pescaron nada; al amanecer el Señor se les apareció y les ordenó echar la red a la derecha de la barca y en efecto pescaron de tal manera que no podían sacar la red por la cantidad de peces que contenía. Solamente Juan, el discípulo a quien el Señor amaba lo reconoció y le dijo a Pedro. Cuando llegaron todos a la orilla, el Señor ya les tenía preparado el desayuno de pescado a la brasa y pan. Para mí es muy importante lo que sigue: “Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres? Todos sabían que era el Señor”. ¿Por qué me parece interesante? Porque en muchas ocasiones nos pasa exactamente lo mismo. Quizá ante el mundo, eso no tiene sentido, pero para nosotros los cristianos, los que estamos convencidos de que el Señor obra y puede hacer maravillas nos llena totalmente. Puede que los demás digan: ‘es casualidad´; ‘seguro se imaginó’, ‘se está volviendo loco(a)”, etc., pero bien sabemos quién es el Autor. El Señor se manifiesta en milagros asombrosos como en pequeños también, Yo he podido darme cuenta de que el Señor es experto en pequeños detalles. ¡Toda la gloria y honra sean para Él!


Mi buen Señor Jesús: gracias porque para Ti lo imposible se hace realidad y no necesitamos que la ciencia avale tus hechos porque bien sabemos que Eres Tú quien obras con tu amor y misericordia para traernos no solamente sanidad, sino también para darnos gusto en muchas cosas con detalles amorosos, así como lo hiciste con tus discípulos. Gracias, bendito Señor; Tú me has mostrado a lo largo de mi vida, lo importante que soy para Ti y cuantas veces has levantado mi ánimo sanando mi cuerpo, cuidándome, consolándome, resguardándome de todo mal, dándome gusto en pequeños detalles y teniendo misericordia cuando he caído. De verdad, que Eres mi Dios Único, Fiel, Misericordioso y Bondadoso Señor. ¡Cómo no amarte mi Rey Señor y Salvador!


Un abrazo y bendiciones.

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