Sin embargo, me di cuenta de que el sabio y el necio tienen el mismo destino: los dos mueren. Así que me dije: Ya que voy a terminar igual que el necio, ¿de qué vale toda mi sabiduría? ¡Nada de eso tiene sentido!
Eclesiastés 2:14-15. NTV.
Lectura: Eclesiastés
13-17. Versículos del día: Eclesiastés
2:14-15.
MEDITACIÓN DIARIA
Leyendo el Libro de
Eclesiastés ahora, me he dado cuenta de que lo entiendo desde otra perspectiva
a la que siempre lo había visto. ¿Y esto por qué? Porque simple y llanamente me
enfoco ahora, en el tiempo que estoy viviendo que es el de la gracia.
Eclesiastés es un Libro del Antiguo Testamento, escrito por Salomón que fue el
sucesor del rey David, donde se vivía bajo la ley dada por Dios a Moisés para
todo el pueblo de Israel.
Teniendo en cuenta lo
anterior, el Señor Jesús vino a pagar por todos nuestros pecados y de esta
manera al reconocerlo personalmente como Señor y Salvador, tenemos
gratuitamente el derecho a una vida eterna; entonces, si miro el versículo del
día, bajo la gracia, tengo que decir que no voy a terminar igual que el necio
(necio: persona descarriada que continuamente está inclinada hacia la necedad), puesto que el necio no aceptará la obra
redentora de Jesús, no puedo decir que terminaremos lo mismo. Veamos: “Y este
es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en
su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no
tiene la vida” (1 Juan 5:11-12). Te invito a orar así:
Amado Señor Jesús:
me has revelado que la única manera para tener una vida eterna y gozar a tu
lado, es necesario que Tú tomes el control de mi vida. Por eso decido hoy,
aceptarte en mi corazón como mi Único Señor y Salvador. Gracias por perdonar
mis pecados y hacer de mí una persona nueva. ¡Gracias, muchas gracias, bendito
Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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