miércoles, 3 de noviembre de 2021

Ni el pecado ni la muerte se pueden enseñorear de nosotros

 Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. 

Romanos 6:23. NVI.


Lectura: Romanos 6:1-23.  Versículo del día: Romanos 6:23.


MEDITACIÓN DIARIA


Cuando el pecado entró al mundo quedamos sujetos a la muerte tanto física como espiritual. Al aceptar a Cristo en nuestras vidas tenemos la garantía de que ese abismo que nos separaba de Él, ya no existe. Ahora, ya cruzamos al otro lado y estamos de la mano con el Señor, quien nos liberó de la muerte espiritual para darnos vida eterna juntamente con Él. Todo nuestro pecado fue cargado por Él: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Corintios 5:21). El pecado ya no puede dominarnos porque no vivimos por ley sino por la gracia; bajo el regalo, la dádiva de la salvación dada por el Señor Jesucristo. Ya no es muerte, es vida y una vida completa, abundante que empezamos a gozar desde aquí en la tierra (Juan 10:10b).

Pasaremos por la muerte física, pero de una manera diferente; el Señor lo dijo con Lázaro: “—Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo” (Juan 11:11). Sí, para el creyente en el Señor Jesucristo la muerte física es un dormir. Un dormir en el que nos encontraremos con Él cara a cara. Mi hijo Daniel tiene un cuadro de: ‘La llegada al cielo’. Es hermoso ver ese cuadro; saber que cuando partamos, el mismo Señor nos recibirá con los brazos abiertos y nos dará el más grande y amoroso abrazo. Estoy convencida de que así será: todo dolor, toda tristeza, toda angustia ya no existirá. Eso me anima al pensar en los que nos precedieron.  


Gracias Señor porque Contigo tenemos la entrada gratuita al cielo. Gracias porque Tú venciste al aguijón de la muerte y ahora somos más que vencedores: tenemos vida eterna a tu lado. Gracias porque ahora, ni el pecado ni la muerte se pueden enseñorear con nosotros. Te pertenecemos y somos parte de tu reino celestial. Gracias, gracias buen Señor por tanto amor derramado. Enséñanos a valorarlo y a vivir cada instante de nuestra vida para Ti. ¡Te amamos Señor Jesús!


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: