Así lo dice Dios en el libro de Oseas: Llamaré ‘mi pueblo’ a los que no son mi pueblo; y llamaré ‘mi amada’ a la que no es mi amada.
Romanos 9:25. NVI.
Lectura: Romanos 9:1-33. Versículo del día: Romanos 9:25.
MEDITACIÓN DIARIA
Es indudable el amor de Dios
por los israelitas. Dios buscó a ese pueblo porque así lo quiso y decidió; no
porque ellos hicieran algo por alcanzarlo. Ellos fueron objeto de una bendición
que no supieron sostener. Incluso cuando el Señor Jesús vino a la tierra, cerraron
sus ojos y oídos para no tomarlo como el Hijo de Dios que es y que se les manifestó
de tantas maneras. “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron”
(Juan 1:11). Había entonces, que comenzar el plan de salvación para los
gentiles. Por eso, lo dice el Señor a través del profeta Oseas y Pablo lo
recuerda: “Llamaré ‘mi pueblo’ a los que no son mi pueblo; y llamaré ‘mi amada’
a la que no es mi amada”.
La salvación llegó a los
gentiles por el rechazo de los judíos. Y así cumplió Dios su propósito tanto
para su pueblo como para la que ahora es su Iglesia. Es una salvación que se da
al hombre solamente por la misericordia y amor de Dios. Se obtiene creyendo y confesando
con la boca que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos
(Romanos 10:9). “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Nos sigue diciendo el apóstol
Pablo en su Carta: “¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban
la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe” (v.
30 en la lectura). Sí; exactamente. Por la fe en el Hijo de Dios. Y muy bien
nos explica por qué Israel no la alcanzó: “En cambio Israel, que iba en busca
de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la
fe, sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así” (vv. 31-32).
Por esto mismo es
importante que nosotros aprendamos a vivir por la gracia derramada sobre su
Iglesia. No necesitamos volvernos a la ley; si lo hacemos caeríamos en lo mismo
que cayó el pueblo judío. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8-9). La salvación
es un regalo precioso de Dios y tenemos que valorarlo y atesorarlo.
Dios Padre:
gracias por habernos mirado con ternura y amor. Tu compasión por nosotros se
manifestó completamente a través de tu Hijo amado Jesús, quien vino a morir en
esa cruenta cruz por los pecados de la humanidad. Gracias Señor Jesús por lo
que hiciste, sin tener en cuenta que éramos unos intrusos pecadores y perversos.
A Ti Jesús no te importó; solamente derramaste tu sangre sin excluir a nadie de
acogerse bajo ella, para alcanzar la salvación. Enséñanos a vivir bajo la
gracia y no cargarnos con obras o con leyes que para Ti no cuentan. ¡Te amamos
Señor Jesús! ¡Te amamos bendito Dios!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario