jueves, 18 de noviembre de 2021

Ahora somos nosotros los privilegiados por su gracia

Así lo dice Dios en el libro de Oseas: Llamaré ‘mi pueblo’ a los que no son mi pueblo; y llamaré ‘mi amada’ a la que no es mi amada. 

Romanos 9:25. NVI.


Lectura: Romanos 9:1-33.  Versículo del día: Romanos 9:25.


MEDITACIÓN DIARIA


Es indudable el amor de Dios por los israelitas. Dios buscó a ese pueblo porque así lo quiso y decidió; no porque ellos hicieran algo por alcanzarlo. Ellos fueron objeto de una bendición que no supieron sostener. Incluso cuando el Señor Jesús vino a la tierra, cerraron sus ojos y oídos para no tomarlo como el Hijo de Dios que es y que se les manifestó de tantas maneras. “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron” (Juan 1:11). Había entonces, que comenzar el plan de salvación para los gentiles. Por eso, lo dice el Señor a través del profeta Oseas y Pablo lo recuerda: “Llamaré ‘mi pueblo’ a los que no son mi pueblo; y llamaré ‘mi amada’ a la que no es mi amada”.

La salvación llegó a los gentiles por el rechazo de los judíos. Y así cumplió Dios su propósito tanto para su pueblo como para la que ahora es su Iglesia. Es una salvación que se da al hombre solamente por la misericordia y amor de Dios. Se obtiene creyendo y confesando con la boca que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos (Romanos 10:9). “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Nos sigue diciendo el apóstol Pablo en su Carta: “¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe” (v. 30 en la lectura). Sí; exactamente. Por la fe en el Hijo de Dios. Y muy bien nos explica por qué Israel no la alcanzó: “En cambio Israel, que iba en busca de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia.  ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la fe, sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así” (vv. 31-32).

Por esto mismo es importante que nosotros aprendamos a vivir por la gracia derramada sobre su Iglesia. No necesitamos volvernos a la ley; si lo hacemos caeríamos en lo mismo que cayó el pueblo judío. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8-9). La salvación es un regalo precioso de Dios y tenemos que valorarlo y atesorarlo.


Dios Padre: gracias por habernos mirado con ternura y amor. Tu compasión por nosotros se manifestó completamente a través de tu Hijo amado Jesús, quien vino a morir en esa cruenta cruz por los pecados de la humanidad. Gracias Señor Jesús por lo que hiciste, sin tener en cuenta que éramos unos intrusos pecadores y perversos. A Ti Jesús no te importó; solamente derramaste tu sangre sin excluir a nadie de acogerse bajo ella, para alcanzar la salvación. Enséñanos a vivir bajo la gracia y no cargarnos con obras o con leyes que para Ti no cuentan. ¡Te amamos Señor Jesús!  ¡Te amamos bendito Dios!


Un abrazo y bendiciones.  

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