Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!
Habacuc 3:17-18. NVI.
Lectura:
Habacuc 3:1-19. Versículos del día:
Habacuc 3:17-18.
MEDITACIÓN
DIARIA
El
sábado en la mañana estaba contemplando el amanecer desde la ventana de mi
alcoba y al ver esos arreboles tan hermosos cruzando el firmamento me preguntaba
sobre la grandeza y majestad de nuestro Dios. Vino entonces, a mi mente el
hecho de no haber llegado mis hijitos y muñecos de Colombia, y en aquel momento
recordé el pasaje de Habacuc y sobre este quise hacer mi devocional de hoy.
Sí;
no es fácil alegrarse cuando las cosas no nos salen bien. La muerte de mi
hermano fue un duro golpe para mí. Pero salir la cita en la Embajada de Colombia
en Bogotá para los papeles de Luquitas mi nieto, fue un gran aliciente en esos
momentos, en que también me encontraba en la capital. Así que fui menguando mi
dolor con la esperanza de tener a todos mis hijitos aquí y celebrar juntos las
festividades de fin de año empezando por el hermoso día de Acción de gracias.
Orábamos porque todo saliera bien y no hubiera inconveniente alguno en su
llegada. La sorpresa fue en el mismo aeropuerto de Colombia donde no les
permitieron seguir por tener vencida la entrada como residentes. ¡No lo podía
creer! Hablé con el Señor diciéndole cosas como ¿por qué dejaste que me
ilusionara si esto no iba a resultar? Y como mi intención desde hace ocho días
era dedicarle toda la semana a alabarlo, exaltarlo y darle gracias, exactamente
sentí la voz del Señor diciéndome: entonces por esto, ¿ya no me alabarás? ¿Ya
no soy digno de tu agradecimiento? Aun llorando le respondí que me sometía,
puesto que Él es Soberano y sabe exactamente por donde llevarnos.
Ahora
entiendo por qué el Señor puso en mi corazón el sábado la oración de Habacuc. Porque,
aunque todo falte; aunque no vea el sol resplandecer y todo se convierta en
oscuridad, mi ser no puede dejar de alabar al Señor mi Dios. El mismo Señor reforzó
lo que por un momento me detuvo y casi roba mi alabanza hacia Él.
Mi
buen Señor y Dios: te doy gracias porque nadie mejor para conocerme que Tú. Te
doy gracias porque tienes una manera tan dulce de hablarme y hacerme caer en
cuenta de mis errores. Eres en verdad, el Dios que me ama y me levanta. Te
honro y te doy toda la gloria a Ti porque solamente Tú Eres digno de recibirla.
Y también digo que, aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en
Dios, mi libertador! ¡Te amo mi Señor!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario