lunes, 6 de septiembre de 2021

¡Tu superabundante Gracia lo es todo!

 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos. 

Hebreos 4:16. NVI


Lectura: Hebreos 4:14-16.  Versículo del día: Hebreos 4:16.


MEDITACIÓN DIARIA


A veces pasamos una y otra vez por encima de determinados versículos sin la mayor atención. Y el del día, es uno de esos; quizá el Señor me quería hablar en el momento propicio y ayer, después de la predicación en mi Iglesia, sí que le hallé significado.

Cuando recibimos al Señor Jesús en nuestras vidas, tenemos la plena seguridad de su bendita gracia, que siempre nos acompaña y por ende sabemos que nos ha regalado la salvación. Y no una parte de la salvación o una incompleta. Miremos lo que nos afirma la Palabra de Dios más adelante en el mismo Libro de Hebreos: “Como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:24-25). ¡Qué belleza de Dios tenemos! Ahora entiendo más, el porqué, nosotros no perdemos la salvación. No quiere decir que no tengamos tentaciones y no caigamos; claro que sí. Pero hay algo extraordinario en esto: El Señor no nos deja caídos, porque primero que todo, está el Espíritu Santo que intercede por nosotros en nuestra debilidad con gemidos indecibles (Romanos 8:26). También, nuestro buen Jesús que ejerce un sacerdocio imperecedero, vive siempre intercediendo por nosotros. De ahí que nos exhorta a acercarnos confiadamente al trono de nuestro Dios amoroso, para que Él en su misericordia y bondad nos ayude en el momento que más la necesitemos. Y lógico los momentos más difíciles, creo yo, son los de resistir la tentación; pero ahí está nuestro buen Señor, por eso también nos afirma: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9a. NBLA). Así es, su gracia es todo lo que necesitamos, nada más, ¡su bendita gracia! ¡Gloria a Dios! Como decía Pablo, me gloriaré en mi debilidad para que se manifieste el poder de Cristo en mí.


¡Oh gran Señor y Dios bueno! Entender tu bendita gracia de esta manera es descargarnos completamente en Ti; es despojarnos del peso de la culpa que nos agobia. Gracias, gracias Señor por enseñarnos a verla a tu manera, no a la nuestra donde le ponemos peros y trabas. No tenemos por qué acercarnos al trono de tu gracia con temor y desconfianza. Tú nos has abierto de par en par las puertas del Lugar Santísimo para entrar con plena libertad y hablar Contigo como con el Mejor de los Amigos. ¡Tu superabundante gracia, lo es todo!


Un abrazo y bendiciones.

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