martes, 7 de septiembre de 2021

Tú sabes exactamente cuáles son los tiempos perfectos

 Pero tú, espera en el Señor, y vive según su voluntad, que él te exaltará para que heredes la tierra”. 

Salmo 37:34. NVI.


Lectura: Salmo 37:34-40.  Versículo del día: Salmo 37:34.


MEDITACIÓN DIARIA


Siendo sinceros, no es fácil esperar en el Señor. Cuando el Señor nos ha dado una promesa y pasan los días, los meses, los años tal vez, y nada que llega, no es fácil esperar. A menudo creo que son nuestros pensamientos los que se interponen de un modo u otro para alterar la confianza que, en últimas, es la que cuenta en ese periodo. Sí, sí; nuestra confianza está basada en la fe y la fe debe de estar soportada exclusivamente en Dios y su Palabra. De ahí que sea tan necesario alimentarnos diariamente de ella y a la vez, no cortar la comunicación con el Señor. Recordemos que Él es todo un caballero y no se inmiscuye si no le tocamos; sin embargo, yo diría, que va mirando, mirando y nos deja a ver hasta dónde avanzamos solos, pero en el momento exacto: ¡llega! Su fidelidad jamás se agota: “Él es su fortaleza en tiempos de angustia. El Señor los ayuda y los libra” (vv. 39-40). Y quizá es en esos instantes en que comprendemos su enseñanza esperando la respuesta.

No porque seamos débiles para esperar no somos justos; no porque no sepamos esperar en Él no somos salvos. Recordemos algo del devocional de ayer: “Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Esta debilidad también cuenta y ahí estará nuestro amoroso Dios para tendernos su mano nuevamente y proseguir. En tus manos están nuestros tiempos.


Amado Señor: gracias porque en nuestra carne no es fácil esperar. Gracias porque Tú Eres un Dios Inmutable; no cambias. Gracias porque incluso en la espera, nos demuestras amor y fidelidad. Gracias Señor por amarnos tanto. Somos inconstantes, perezosos, despreocupados; sin embargo, no te cansas de nosotros. Perdónanos por no apreciar tan grande tesoro que tenemos. Enséñanos a ser fieles a Ti, a hacer tu voluntad y a no permitir que dejemos de buscarte por circunstancias adversas. Tú lo sabes todo y sabes exactamente cuáles son los tiempos perfectos. ¡Te amamos Señor Dios, Sabio y Poderoso!


Un abrazo y bendiciones.

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