Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
Salmo 121:1. RVR 1960.
Lectura: Salmo
121:1-8. Versículo del día: Salmo 121:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Este es de los primeros
Salmos que aprendí en mi vida cristiana. Es hermoso y bueno, use la versión
Reina Valera porque es en la que me gusta repetirlo. Miremos algo de su rico
contenido:
Es una realidad; en
Colombia remontaba mi mirada hacia las montañas. Aquí en la Florida (USA), lo
he hecho mirando el horizonte hacia los bellos atardeceres desde el balcón de
nuestro apartamento o cuando estoy en la playa hacia el mar. Y sí; he hablado
con mi Señor muchas veces contándole mis cuitas, deseos, tristezas, alegrías.
Estoy segura que a Él le interesa todo lo mío. Por eso dice que mi socorro viene
del Señor que hizo los cielos y la tierra (v. 2). También dice que jamás duerme
ni se adormece el que me cuida (vv. 3-4). El Señor me cuida de tal forma que se
convierte en mi sombra protectora; no permite que en el día el sol me haga daño
alguno y si voy en la noche, de igual manera lo hará bajo la luz de la luna; el
Señor protegerá m vida de todo mal porque guarda mi salida como mi regreso,
desde ahora y para siempre (vv. 5-8).
Cuando el Señor está a
nuestro lado, el nos cubre por completo. Busquemos un sitio al aire libre, y bien
preguntémonos: ¿en quién podemos en verdad confiar? ¿Quién es el Único que está
dispuesto a hacerlo sin parar un solo instante? Lógico que tú puedes poner tu
confianza en quien te parezca; pero tengo que decirte que Dios no te defraudará.
Él es singular, exclusivo, magnífico y no se cansa de estar vigilando por ti.
Una gran verdad, Dios y su Palabra son confiables. Unámonos fuertemente al
Señor para sentir su protección tal como nos lo enseña el Salmista.
Amado Señor:
gracias por estar siempre ahí, velando por nosotros y librándonos de caer en
manos del enemigo. Cada día son más los peligros que nos acechan, pero Tú como
sombra protectora, nos resguardas, nos envuelves y nos cubres para no permitir
que se nos haga daño. Gracias Señor porque he visto tu protección en infinidad
de situaciones en mi vida. ¡Te agradezco tanto que hayas puesto tus ojos en mí!
Cuando me acerco por las tardes, por las noches o mañanas a preguntarte tantas
cosas, siempre te he encontrado dispuesto a tenderme tus brazos e inclusive a
arrullarme en ellos para que no me sienta sola. ¡Te amo mi Señor!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario