viernes, 6 de noviembre de 2020

Hay que nacer de nuevo

 

Así está escrito: no hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. 

Romanos 3:10-11. NVI.


Lectura: Romanos 3:9-18.  Versículos del día: Romanos 3:10-11.


MEDITACIÓN DIARIA


Nos encontramos con muchas personas que dicen ‘ser buenos’, ‘no hacerle mal a nadie’. ‘practicar las obras de misericordia’, y en fin, creer que ya de por sí son justos. Pero aquí la Palabra de Dios nos afirma otra cosa: ‘no hay un solo justo, ni siquiera uno’; si lo dice Dios, así es. No podemos justificarnos delante del Padre porque seguimos una religión, porque lo buscamos a través de filosofías, éticas o incluso teologías. No, la Biblia dice que hay que nacer de nuevo, tal como el Señor Jesús se lo enseñó a Nicodemo. “Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—” (Juan 3:5). ¿Imposible entenderlo? Sí. Por eso el Señor sigue explicando: “Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’. El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” (Juan 3: 6-8). Creo que el nuevo nacimiento es en realidad un misterio, pero un hermoso misterio que ha cambiado numerosas vidas para la gloria de Dios nuestro Señor.

Así que, de acuerdo a lo anterior, no te salva ninguna religión ni filosofía; solamente te salva creer en el Hijo de Dios, quien vino a ofrecer su vida por ti. “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Tesalonicenses 2:5). Te preguntarás amigo mío: Entonces, ¿qué debo hacer? Te diré: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8-9). Si te parece, te puedo guiar con una corta oración al Señor. Oremos:


Señor Jesucristo: yo te necesito; te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Creo que moriste por mis pecados y que Dios te levantó de los muertos. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme, limpiarme y darme una vida eterna a tu lado. Muchas gracias bendito Jesús. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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