Así está escrito: no hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios.
Romanos 3:10-11. NVI.
Lectura: Romanos 3:9-18. Versículos del día: Romanos 3:10-11.
MEDITACIÓN DIARIA
Nos encontramos con muchas
personas que dicen ‘ser buenos’, ‘no hacerle mal a nadie’. ‘practicar las obras
de misericordia’, y en fin, creer que ya de por sí son justos. Pero aquí la
Palabra de Dios nos afirma otra cosa: ‘no hay un solo justo, ni siquiera uno’;
si lo dice Dios, así es. No podemos justificarnos delante del Padre porque
seguimos una religión, porque lo buscamos a través de filosofías, éticas o
incluso teologías. No, la Biblia dice que hay que nacer de nuevo, tal como el
Señor Jesús se lo enseñó a Nicodemo. “Yo te aseguro que quien no nazca de agua
y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—” (Juan
3:5). ¿Imposible entenderlo? Sí. Por eso el Señor sigue explicando: “Lo que
nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te
sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’. El viento sopla
por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va.
Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” (Juan 3: 6-8). Creo que el
nuevo nacimiento es en realidad un misterio, pero un hermoso misterio que ha cambiado
numerosas vidas para la gloria de Dios nuestro Señor.
Así que, de acuerdo a lo
anterior, no te salva ninguna religión ni filosofía; solamente te salva creer
en el Hijo de Dios, quien vino a ofrecer su vida por ti. “Porque hay un solo
Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1
Tesalonicenses 2:5). Te preguntarás amigo mío: Entonces, ¿qué debo hacer? Te
diré: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca
que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los
muertos, serás salvo” (Romanos 10:8-9). Si te parece, te puedo guiar con una
corta oración al Señor. Oremos:
Señor Jesucristo:
yo te necesito; te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador.
Creo que moriste por mis pecados y que Dios te levantó de los muertos. Perdona
mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme,
limpiarme y darme una vida eterna a tu lado. Muchas gracias bendito Jesús.
Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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