Nosotros los administradores reales, junto con los prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores, convenimos en que Su Majestad debiera emitir y confirmar un decreto que exija que, durante los próximos treinta días, sea arrojado al foso de los leones todo el que adore a cualquier dios u hombre que no sea Su Majestad. Expida usted ahora ese decreto, y póngalo por escrito. Así, conforme a la ley de los medos y los persas, no podrá ser revocado.
Daniel 6:7-8. NVI.
Lectura: Daniel 6:1-28. Versículos del día: Daniel 6:7-8.
MEDITACIÓN DIARIA
La lectura nos presenta
varios cuadros que todavía suceden; uno de ellos es ver la influencia que
tienen los asesores o consejeros que rodean a un mandatario llámese presidente,
rey, gobernador o alcalde. Cuántas cosas ellos no quisieran hacer, y muchas veces,
le hacen emitir y firmar decretos, que más tarde se arrepienten. Daniel fue uno
de los tres administradores nombrados por el rey Darío para velar por sus
intereses (v. 2), “Y tanto se distinguió Daniel por sus extraordinarias
cualidades administrativas que el rey pensó en ponerlo al frente de todo el
reino. Entonces los administradores y los sátrapas empezaron a buscar algún
motivo para acusar a Daniel de malos manejos en los negocios del reino. Sin
embargo, no encontraron de qué acusarlo porque, lejos de ser corrupto o
negligente, Daniel era un hombre digno de confianza” (vv. 3-4). ¿Por qué
querían sacarlo? Simple y llanamente por envidia. La envidia corroe el corazón
del hombre y siempre ha sido así. ¿Qué hizo Daniel? Recurrió a la mejor arma
que tenía en sus manos: la oración (v. 10). Pero tal como lo decía el decreto
fue arrojado al foso de los leones (v. 16); ¿qué sucedió? El rey se había
encariñado con Daniel y estaba preocupado por su situación. Y ante la pregunta
del rey a Daniel, si Dios lo había salvado, contesto: “Mi Dios envió a su ángel
y les cerró la boca a los leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien
sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra Su Majestad!” (v.
22).
Conclusión: los culpables
junto con sus familias fueron arrojados al foso y devorados por los leones
mientras el nombre de Dios fue exaltado: “He decretado que en todo lugar de mi
reino la gente adore y honre al Dios de Daniel. Porque él es el Dios vivo, y
permanece para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio jamás
tendrá fin. Él rescata y salva; hace prodigios en el cielo y maravillas en la
tierra. ¡Ha salvado a Daniel de las garras de los leones!” (vv. 26-27). “Él
rescata y salva”; El único con poder para hacerlo y para transformar el corazón
del hombre.
Amado Dios y Señor
nuestro: gracias porque en tu Palabra nos demuestras que Eres Dios Grande y
Poderoso. No permitas que caigamos en el pecado de la envidia y le hagamos daño
al prójimo. Enséñanos a ser completamente rectos e íntegros en nuestro andar
diario y a orar por el discernimiento de todos nuestros gobernantes. Gracias
por las enseñanzas que nos dejas a través de las Escrituras. ¡Eres el mismo ayer,
hoy y por los siglos ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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