Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!
Santiago 3:5. NVI.
Lectura: Santiago
3:1-12. Versículo del día: Santiago 3:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Lo que nos dice el apóstol Santiago aquí en su
Carta, hablando de los estragos que hacemos con nuestra lengua es muy cierto.
Creo que a veces, ni dimensionamos el efecto que tienen nuestras palabras en
los demás. Bien prosigue el apóstol: “También la lengua es un fuego, un mundo
de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y,
encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida” (v.
6). Fijémonos en la última parte: “prende a su vez fuego a todo el curso de la
vida”, no está escrito porque sí; es que muchas veces lo que se dice, por
ejemplo, a los niños pequeños, los marca para toda la vida. Y aun así sea
grande la persona, hay palabras que dejan huellas y huellas muy profundas.
Recordemos por esto que
la Palabra nos afirma: “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la
aman comerán de su fruto” (Proverbios 18:21). Muy seguramente no la vamos a poder
dominar del todo, pero seamos prudentes al hablar; pensemos antes de expresarlo.
Amado Señor:
perdona nuestra falta de sabiduría para hablar. Enséñanos buen Dios a no ser
explosivos al conversar y a no dejarnos llevar por la ofensa cuando otros nos
agreden. Necesitamos prudencia, dominio propio y un amor incalculable para no
herir a las personas. Por favor dótanos de todo tu poder. Gracias bendito Señor
y Dios nuestro.
Un abrazo y bendiciones.
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