sábado, 3 de octubre de 2020

Cuidemos las palabras al hablar

 

Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! 

Santiago 3:5. NVI.


Lectura: Santiago 3:1-12.  Versículo del día: Santiago 3:5.


MEDITACIÓN DIARIA


 Lo que nos dice el apóstol Santiago aquí en su Carta, hablando de los estragos que hacemos con nuestra lengua es muy cierto. Creo que a veces, ni dimensionamos el efecto que tienen nuestras palabras en los demás. Bien prosigue el apóstol: “También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida” (v. 6). Fijémonos en la última parte: “prende a su vez fuego a todo el curso de la vida”, no está escrito porque sí; es que muchas veces lo que se dice, por ejemplo, a los niños pequeños, los marca para toda la vida. Y aun así sea grande la persona, hay palabras que dejan huellas y huellas muy profundas.

Recordemos por esto que la Palabra nos afirma: “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto” (Proverbios 18:21). Muy seguramente no la vamos a poder dominar del todo, pero seamos prudentes al hablar; pensemos antes de expresarlo.


Amado Señor: perdona nuestra falta de sabiduría para hablar. Enséñanos buen Dios a no ser explosivos al conversar y a no dejarnos llevar por la ofensa cuando otros nos agreden. Necesitamos prudencia, dominio propio y un amor incalculable para no herir a las personas. Por favor dótanos de todo tu poder. Gracias bendito Señor y Dios nuestro.


Un abrazo y bendiciones.  

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