sábado, 10 de octubre de 2020

Devuélvenos el gozo de la salvación

Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. 

Santiago 4:7. NVI.


Lectura: Santiago 4:1-12.  Versículo del día: Santiago 4:7.


MEDITACIÓN DIARIA


En una ocasión una amiga me preguntaba: ¿cómo puedo resistir al diablo si a veces la tentación es más fuerte que mis fuerzas? Y pues sí; me quedé pensando y tal pareciera que así es. Pero leyendo bien, el versículo del día comienza: “Así que sométanse a Dios”. La Nueva Traducción Viviente (NTV), dice: “Así que humíllense delante de Dios”. En otras versiones: “obedezcan a Dios”. Así considero yo, que para resistir al diablo, hay que primero humillarse ante Dios. Hablarle sinceramente diciéndole lo débiles que somos; que en nuestras propias fuerzas es imposible resistir la tentación pero que reconocemos que Él es infinitamente Todopoderoso y puede obrar en los corazones de los que se acercan. Eso dice exactamente el versículo que sigue: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”; “Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza”.  (vv. 8 y 9).

Dios no desprecia el espíritu quebrantado ni el corazón contrito y humillado sinceramente (Salmo 51:17). Recordemos que este Salmo es de David, quien derramó su corazón ante el Señor, reconociendo su pecado de adulterio con Betsabé. Esto es lo que nos manda la Palabra de Dios hacer; no hay ninguna otra manera de resistir al diablo. Mi amiga, cristiana por supuesto, me preguntaba: ¿qué va a pasar con mi salvación? Recordé lo primero que me afianzaron cuando le entregué mi vida al Señor: ‘todos tus pecados el Señor se los llevó en la cruz; pasados, presentes y futuros’. Esto le respondí y agregué: enfrenta al enemigo.


Amado Señor Jesús: Tú que fuiste tentado en todo sin caer, compadécete de nuestras debilidades y danos el valor suficiente para resistir al maligno cada vez que se acerque. Tú no desprecias el corazón contrito y humillado; igual que David, crea un corazón limpio y devuélvenos el gozo de la salvación; que un espíritu obediente nos sostenga. ¡Gracias bendito Jesús!


Un abrazo y bendiciones.

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