Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
Isaías 53:5. NVI.
Lectura:
Isaías 52:13-53:15. Versículo del día: Isaías 53:5.
MEDITACIÓN
DIARIA
Ya
que estamos en casa, tal vez sin querer recogidos, aprovechemos el momento puesto
que estamos celebrando la Semana Santa y meditemos un poco lo que fue la agonía
y pasión de nuestro amado Jesús. La Biblia nos relata lo profetizado por Isaías
más o menos quinientos años atrás, antes de que sucediera, todo lo relacionado sobre
el sufrimiento de Cristo.
Todavía
podemos preguntar igual que en aquella época: “¿Quién ha creído a nuestro
mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?” (v. 53:1), porque son tantos
los que viendo lo que ven, son ciegos y no aceptan que vino un Salvador para la
humanidad, sin darse cuenta que todos estábamos caídos. Quizá tú crees que Jesús
fue un líder más, un profeta tal vez, pero no crees que fue el Hijo de Dios
muerto por ti. De pronto tienes la imagen de un hombre colgado en un madero,
tal como nos lo presentan en los crucifijos, pero déjame decirte que el del crucifijo
no es ni parecido a la realidad que vivió el Señor: “Muchos se asombraron de
él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto!” (52:14);
“Todos evitaban mirarlo” (53:3). “Él fue molido por nuestras iniquidades; sobre
él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos
sanados” (53:5); sabemos perfectamente la labor de un molino: cuando tú echas maíz
en él, lo que sale es una masa; exactamente quedó nuestro buen Salvador: una
masa completa por eso, “¡nada de humano tenía su aspecto!”. Todo lo relatado
por Isaías se cumplió en Jesús de Nazaret: humillado, maltratado; enmudeció y
no abrió su boca, (v. 7), al menos para defenderse; se le asignó un sepulcro con
los malvados y murió entre malhechores (v. 9).
“Mi
siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos” (v.
11b); “Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores” (v. 12c).
Bien puedes comparar lo que dice este capítulo de Isaías con lo vivido por el
Señor, en Mateo 27 y Lucas 23. Es tiempo de que creas en el Mesías enviado por
Dios para salvarte. Todos somos pecadores y todos necesitamos de un salvador y
ese Salvador es Cristo Jesús. ¡Todo lo hizo por ti! Si te parece, podemos orar:
Señor
Jesús: reconozco que soy pecador y que te necesito. Hoy declaro que Eres el
Hijo de Dios, muerto y resucitado por mí para darme vida eterna. Ven a mi vida
y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias porque en la cruz del
Calvario te llevaste todo el peso de mis transgresiones y además de eso, por
tus llagas ahora declaro que soy sano. Gracias por perdonarme, limpiarme y
sanar todas mis dolencias. Te alabo y bendigo por tanto amor derramado. Muchas
gracias Jesús.
Un
abrazo y bendiciones.
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