Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado!
Lucas 24:5-6. NVI.
Lectura: Lucas
24:1-35. Versículos del día: Lucas
24:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
Después de la muerte del Señor, el primer día de la
semana las mujeres fueron al sepulcro y encontraron que la piedra la habían
quitado. Entre las mujeres que fueron estaban María Magdalena, Juana, María la
madre de Jacobo y otras que las acompañaban. Ellas no encontraron el cuerpo del
Señor Jesús; su tumba estaba vacía. Todavía asustadas, se les aparecieron
dos hombres con ropas resplandecientes quienes les dijeron: “¿Por qué buscan
ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado!”. El
misterio más grande y maravilloso de la Iglesia de Dios: la resurrección de
nuestro amado Jesús. Ningún otro líder religioso puede decir que su tumba también
está vacía. Eso nos demuestra que el Señor Jesucristo es el Hijo de Dios y que
es Dios por lo tanto. Estas mujeres regresaron a donde estaban los once discípulos
y les contaron lo que habían dicho los ángeles, pero ellos no les creyeron.
Ese mismo día iban dos de
los discípulos camino a Emaús y el Señor se les unió; sin embargo, no lo
reconocieron. Como iban hablando sobre los últimos acontecimientos y creyendo
que él era un peregrino más y no sabía lo de la muerte de Jesús de Nazaret,
empezaron a hablarle de su Maestro y de la desilusión que tenían porque pensaban
que redimiría a Israel; entonces el Señor toma la palabra: “¡Qué torpes son
ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho
los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar
en su gloria?” (vv. 25-26). El Señor, les hace un recuento comenzando por
Moisés y los profetas de todo lo referente a él en las Escrituras (precisamente
ayer mi hijo Daniel Andrés habló detalladamente en nuestra Iglesia de Broward, sobre
las profecías acerca de la resurrección del Señor). El Señor después se les
apareció a todos sus discípulos e hizo otras tantas señales que no están
escritas, nos relata el evangelio de Juan, “pero estas se han escrito para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis
vida en su nombre” (Juan 20:31).
Pero bueno; ¿Tú crees que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios? ¿Crees que su tumba está vacía? ¿Qué padeció,
murió y resucitó para darte vida eterna a su lado? Si todo lo respondes
afirmativamente es hora de abrirle tu corazón a Él:
Señor Jesús: gracias
porque te levantaste de entre los muertos para demostrarnos que Eres el Hijo de
Dios muerto y resucitado; tu tumba está vacía. Perdona mis pecados. Te entrego
mi vida para que me hagas la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme
y limpiarme. Gracias porque Contigo tendré la vida eterna a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones,
Dora C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario