Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.
Juan 14:16-17. NVI.
Lectura: Juan 14:15-31.
Versículos del día: Juan 14:16-17.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús sabiendo
que iría al Padre, después de su resurrección, les prometió a sus discípulos un
Consolador que es el Espíritu Santo. Promesa que en nosotros también es una
realidad. No estamos solos en el mundo; este maravilloso regalo que nos deja el
Señor es para que lo tomemos y creamos firmemente en Él. No es tiempo de
tristeza ni de desaliento. Dios está con nosotros y su Santo Espíritu nos
reconforta. Siguiendo la lectura vemos que dice: “Pero el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las
cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (v.26). Permitámosle que
nos enseñe lo que no entendamos y nos recuerde las palabras del Señor Jesús,
para animarnos y continuar sin miedo alguno, en este tiempo de encierro e incertidumbre.
En esta cuarentena que
estamos viviendo, muy seguramente habrá muchos desesperados; otros que renegarán
de Dios y le echarán la culpa; otros tal vez, que su fe han debilitado. Tanta
noticia, incluso algunas distorsionadas o con el ánimo de crear pánico, también
afecta. Sin embargo, el Señor nos ha dejado algo bien claro: “La paz les dejo; mi
paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni
se acobarden” (v.27). Más adelante también nos dice su Palabra: “No se
inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten
sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7-8).
Los invito pues, a tomar cada uno la promesa del Espíritu Santo y confiar plenamente
en la voluntad de Dios que es buena, perfecta y agradable. ¡Adelante con valor
sin temer lo que se habla!
Amado Señor Jesús:
gracias porque Tú bien dijiste que no nos dejarías huérfanos, que mandarías el
Gran Consolador para que nos acompañara y nos enseñara todas las cosas. Precioso
Espíritu de Dios, ven a nosotros, llénanos con tu Presencia y danos el discernimiento
necesario para entender los planes y circunstancias que nos rodean y no caer en
angustia ni cobardía. Rodéanos buen Jesús con tu paz que sobrepasa todo
entendimiento porque no es la paz que nos ofrece el mundo sino la Tuya que es espiritual
y segura. ¡Bendito Dios Padre, Dios Hijo y Dios Santo Espíritu! ¡Toda la gloria
para Ti, amada Trinidad!
Un abrazo y bendiciones.
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