En este país morirán grandes y pequeños; nadie llorará por ellos, ni los sepultará; nadie se hará heridas en el cuerpo ni se rapará la cabeza por ellos. Nadie ofrecerá un banquete fúnebre a los que estén de duelo para consolarlos por el muerto, ni a nadie se le dará a beber la copa del consuelo, aun cuando quien haya muerto sea su padre o su madre.
Jeremías 16:6-7. NVI.
Lectura. Jeremías 16:1-15. Versículos del día: Jeremías 16:6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
Esto que profetiza Jeremías
para su pueblo, es exactamente lo que está viviendo el mundo entero. Y sí;
muchos incluso se preguntan igual que en la lectura: ¿por qué el Señor ha
permitido esta calamidad? Él mismo nos contesta: “Esto es porque sus
antepasados me abandonaron y se fueron tras otros dioses, y los sirvieron y los
adoraron. Pero a mí me abandonaron, y no cumplieron mi ley —afirma el Señor.
Pero ustedes se han comportado peor que sus antepasados. Cada uno sigue la
terquedad de su corazón malvado, y no me ha obedecido” (vv. 11-12). Y es que
ídolos no solamente son estatuas y ritos; es todo aquello que anteponemos a
Dios, quien es el único digno de recibir toda nuestra adoración y alabanza. Un
ídolo puede ser tu carro, tu trabajo, un deporte, incluso tu hijo o padres.
Esto no quiere decir que abandones tu trabajo o no ames a tus hijos y familia;
no. Lo que Dios no quiere es que estén por encima de Él: “Ama al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas” (Marcos 12:30).
¿Queremos que todo vuelva
a la normalidad? Volteemos los ojos al Único y Suficiente Dios. Nunca es tarde
para reencontrarnos con Él. Vayamos a su Presencia y con actitud humilde confesemos
nuestros pecados.
Amado Señor: Es
verdad que nos hemos olvidado de Ti. Te hemos cambiado por otros ídolos a quienes
hemos adorado y servido. Te pedimos con el corazón sincero que nos perdones y
nos limpies de todo mal. Te damos las gracias porque sabemos que, si nos
humillamos ante Ti, Tú escuchas nuestra plegaria desde el cielo y nos sanarás de
esta plaga mortífera. Gracias buen Dios porque conocemos de tu inmensa
misericordia. ¡Alabado sea tu Santo Nombre!
Un abrazo y bendiciones.
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