—Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
Juan 6:68-69. NVI.
Lectura: Juan
6:60-71. Versículos del día: Juan
6:68-69.
MEDITACIÓN DIARIA
A unos discípulos del
Señor Jesús les pareció dura su enseñanza y resolvieron no seguirlo más (vv.
60-66). Ante esto, Jesús les pregunta a los doce: “—¿También ustedes quieren
marcharse?” (v. 67), y Pedro contesta como guiado por el Espíritu Santo una
verdad ineludible: ¿A quién iremos? Sí; no hay con quién más ir. ¡Solamente Jesús
tiene palabras de vida eterna! Absolutamente nadie más. En ningún otro podemos
encontrar salvación. Esta verdad no la podemos refutar; es tan cierta como el saber
que, así como nacimos tenemos que morir. Pero gracias a Dios Padre que nos
llevó hasta los pies de Jesús (v. 65), nuestro bendito Salvador para que por
medio de Él alcancemos la patria celestial.
Quizá estás confundido o
en un letargo como aquellos otros que seguían al Nazareno y que al final lo dejaron;
no te dejes engañar ni confundir, Él te afirma: “El Espíritu da vida; la carne
no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Sin
embargo, hay algunos de ustedes que no creen” (vv. 63-64). Cree solamente. Más
adelante la Biblia nos testifica en Hechos de los apóstoles, lo que Pablo y
Silas le respondieron al carcelero cuando este les preguntó qué tenía que hacer
para ser salvo: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron”
(Hechos 16:31). Cree en el Señor Jesús. Las palabras de Jesús son espíritu y
son vida. Te invito a que le permitas a Él entrar en tu corazón para que puedas
por ti mismo experimentar la maravillosa vida con Cristo Jesús. Si te parece podemos
orar así:
Señor Jesucristo:
yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador porque
ahora entiendo que nadie más tiene palabras de vida eterna sino solamente Tú
Señor. ¡Nadie más! Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo
sea. Gracias por venir a convivir conmigo, por perdonarme y darme la vida
eterna a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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