—Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió. El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.
Juan 7:16-17. NVI.
Lectura: Juan
7:14-24. Versículos del día: Juan
7:16-17.
MEDITACIÓN DIARIA
En la fiesta de los
tabernáculos Jesús enseñó a los judíos y como unos lo admiraban mientras otros
lo condenaban, les enfatiza diciéndoles que su enseñanza proviene del que lo
envió, o sea del Padre y el que esté dispuesto a hacer la voluntad del Padre
reconocerá que dice la verdad.
En este tiempo en que se
oyen diferentes teorías y dogmas queriendo anular la fe en Dios y su Palabra,
es bueno recordar que el Señor Jesús vino a la tierra para reconciliar al
hombre con su Creador. No fue porque nosotros lo buscáramos primero, sino que
Dios aun sabiendo que éramos pecadores nos dio la posibilidad a través de Jesús,
de encontrar el camino para llegar a Él. Pero si en verdad lo creemos, tenemos
que estar dispuestos no solamente a leer su Palabra; también hay que
aprenderla, meditarla y practicarla. Cuando lo hacemos, entendemos que Jesús es
el Emanuel anunciado por los profetas desde tiempos atrás. Jesús es el Hijo de
Dios, es el Mesías esperado y que los judíos rechazaron. Es el Salvador de la
humanidad. Es el amor del Padre manifestado en su Hijo Jesucristo, para que
todo el que crea en Él tenga vida eterna (Juan 3:16).
Amado Jesús:
Aceptamos tu enseñanza, confesamos y creemos que Eres el Hijo Unigénito enviado
por el Padre, para salvar a la humanidad y redimirla del pecado. Te entregamos
nuestras vidas para que seas Tú gobernándolas y hacernos entender el propósito
que tienes con cada una de ellas. Perdona nuestros pecados y guíanos por tu
senda. Gracias te damos por venir a morir en nuestro lugar y darnos la salvación
para estar Contigo por siempre. ¡Alabamos y exaltamos tu Nombre!
Un abrazo y bendiciones.
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