Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado.
Isaías 65:24. NVI.
Lectura: Isaías
65:17-25. Versículo del día: Isaías
65:24.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que nos llegó el
tiempo de verdaderamente estar pegados de nuestro Dios. Las pocas noticias que
nos pasan, no son muy halagadoras en cuanto al Coronavirus. Y digo pocas porque
en realidad esta es una nueva cepa de virus que no se había encontrado antes en
el ser humano. No podría decir con certeza que se trata de alguno de los sellos
que nos habla el Libro de Apocalipsis, pero sí parece ser que va a acabar con
mucha parte de la humanidad.
Mi intención con este
devocional es que volteemos los ojos al Dios Creador del universo, el que hizo
los cielos y la tierra y que es la fuente de toda sabiduría, para que sea Él
resguardándonos y librándonos de todo este mal. En el versículo del día tenemos
una promesa: “Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando
ya los habré escuchado”. Reclamémosla para nosotros y creámosla. Sigamos todas
las reglas de higiene y de alimentación recomendadas y pongámonos en manos de
quien todo lo puede: nuestro Poderoso Dios y Señor. “Yo lo libraré, porque él
se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le
responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de
honores” (Salmo 91:14-15).
Amado Jesús: queremos
decirte que somos pecadores y hoy más que nunca necesitamos tu perdón. Toma nuestras
vidas y llévanos de tu mano por la senda correcta. Reconocemos que Tú ya
pagaste en la cruz por todas nuestras iniquidades y te damos gracias por
perdonarnos y limpiarnos. Nos postramos ante Ti con la firme convicción que nos
escuchas. Clamamos bendito Señor porque Tú sanes nuestra tierra de todo virus
que esté rondando por el aire, por las aguas, sobre la tierra, sobre los
animales y aun sobre los humanos. Declaramos que Tú eres nuestro refugio y
fortaleza; que Tú nos libras de la peste que acecha en las sombras y de la
plaga que destruye al medio día. Declaramos que ningún mal habrá de
sobrevenirnos y que ninguna calamidad llegará a nuestros hogares. Te damos
gracias porque sabemos que tu preciosa sangre no fue derramada en vano y esa
preciosa sangre nos cubre por completo. ¡Toda la gloria y honra son para Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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