sábado, 15 de febrero de 2020

Jesús puede saciar tu sed


En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. 
Juan 7:37-38. NVI.

Lectura: Juan 7:37-44.  Versículos del día: Juan 7:37-38.

MEDITACIÓN DIARIA

¡Jesús es el agua de vida! Bien sabemos que, si hay algo desesperante, es tener sed y no conseguir un vaso de agua para calmarla. Era el último día de la fiesta de los tabernáculos donde el pueblo judío recordaba su paso por el desierto con calores abrumadores y el agua dada por Dios para ellos, les calmaba por un rato, pero después volvía. Cuando recibimos al Señor Jesús, recibimos igual al Padre y al Espíritu Santo. Y es aquí precisamente en dónde el Señor nos confirma este hecho. Es el mismo Espíritu Sato quien nos redarguye de pecado, nos sacia del agua que da vida y calma la sed completamente. Mira la invitación que el mismo Jesús te está haciendo: “que venga a mí y beba”. Sí; el agua que Él ofrece es pura, inagotable, indispensable para vivir. No es fácil movernos por este mundo si no tenemos al Señor Jesús en nuestras vidas.
Si estas cansado, sediento, agotado, sin fuerzas y ya no tienes deseos de vivir porque has perdido toda esperanza, es el momento de aceptar su invitación: Ve a Él y sacia tu sed completamente. Ora así:

Amado Jesús: gracias porque bien sabes el desierto que estoy atravesando y mis fuerzas se agotan. Creo en Ti y deseo que vengas a calmar mi sed. Toma mi vida; te la entrego para que hagas de ella el propósito que tienes. Perdona mis pecados y gracias porque esa agua que me ofreces es el agua de vida eterna. ¡Bendito Eres!

Un abrazo y bendiciones.

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