A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.
Isaías 64:8. NVI.
Lectura: Isaías
64:1-12. Versículo del día: Isaías 64:8.
MEDITACIÓN DIARIA
A pesar de ser ingratos,
desagradecidos y pecadores, nuestro Dios siempre vuelve por los suyos. Siempre
actúa en favor de los que en Él confían (v. 4). Sí, definitivamente vivimos
cayendo y como dice Isaías: “nuestras iniquidades nos arrastran como el viento”
(v. 6), pero Dios nos demuestra su infinita misericordia: “A pesar de todo,
Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos
somos obra de tu mano”. Sí, al ser tan inestables e inconstantes como somos,
nuestro Padre tiene que actuar y empezar a moldearnos hasta ver que su obra va
quedando como es su deseo. Y es esto lo que no entendemos o mejor, no queremos
entender. Bien sabemos y somos conscientes que, si no estamos obrando de
acuerdo a su voluntad, Él como buen Padre nos corrige y nos disciplina. Y
claro, la disciplina duele. “No te enojes demasiado, Señor; no te acuerdes
siempre de nuestras iniquidades. ¡Considera, por favor, que todos somos tu
pueblo!” (v. 9).
Solo basta con voltear
los ojos hacia nuestro Dios y recibir de Él su perdón. Definitivamente su amor
es incondicional.
Sí, amado Señor:
somos tu pueblo, tu nación santa. Somos las ovejas de tu rebaño; a veces
perdidas, testarudas y porfiadas, pero tu amor y misericordia siempre están al
lado nuestro para recordarnos que tu gracia es hasta el final. Gracias por
tanto amor derramado. No existe un Dios como Tú. ¡Te amamos bendito Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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