miércoles, 19 de febrero de 2020

Aprendamos a no condenar a nadie


Y, como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. 
Juan 8:7. NVI.

Lectura: Juan 8:1-11. Versículo del día: Juan 8:7.

MEDITACIÓN DIARIA

Esta pobre mujer, quizá vendía su cuerpo como sucede todavía: por no conseguir un trabajo más aceptable; porque sus hijitos estaban aguantando hambre; porque sus padres viven y es el único medio para sobrevivir con ellos, etc. Siempre este pasaje me ha causado cierta indignación porque en general, muestran los hombres a la mujer, como gran pecadora siendo que son ellos mismos los que la han utilizado y llevado a esa condición.
Gracias al Señor Jesús que vino precisamente fue a rescatar y sacar del pozo cenagoso a mujeres como esta, porque Él mismo lo dijo: “No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos” (Mateo 9:12). Infortunadamente el machismo de los judíos no les dejaba ver más allá. Se creían con todo el derecho no solo de criticar sino de acusar y señalar con el dedo a la mujer, sin darse cuenta de ¿cómo estaban ellos viviendo? En su infinita sabiduría, amor y misericordia, Jesús los deja con la boca callada: “—Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Ninguno, absolutamente ninguno pudo tirar piedra alguna, porque todos eran igual o mucho más pecadores que ella.
Esto nos sirve de lección para que nosotros dejemos de tildar o juzgar a diferentes personas cuando vemos que caen. Recordemos lo siguiente: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2). Aprendamos a tenerles misericordia; a compartirles las buenas noticias e incluso a orar con y por ellas.

Señor Jesús: tal como lo hiciste con esta mujer, te pedimos que nos enseñes a perdonar y no juzgar al prójimo. Llénanos de sabiduría y de misericordia para que más bien podamos hablarles del amor Tuyo y que ellos entiendan tu obra redentora en la Cruz del Calvario. Gracias, muchas gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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