lunes, 14 de octubre de 2019

Vasijas de barro moldeadas para la gloria de Dios


Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. 
2 Corintios 4:16. NVI.

Lectura: 2 Corintios 4:1-18.  Versículo del día: 2 Corintios 4:16.

MEDITACIÓN DIARIA

Así es; no importa las veces que hemos estado atribulados porque veamos: “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (vv. 7-9). ¿Y cuál es el tesoro que tenemos? Bien está escrito en el versículo anterior: “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo” (v. 6).
Tener al Señor Jesús en nuestras vidas es el mayor tesoro que se pueda recibir. Bien sabemos que las aflicciones o pruebas si nos desgastan, pero al final cuando salimos de ellas, salimos fortalecidos en la fe, en la esperanza y con la certeza de que no nos defrauda en quien hemos creído. Creo que yo puedo decir igual que Pablo: “Escrito está: Creí, y por eso hablé. Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos” (v. 13). En mis aflicciones me he fortalecido y eso ha sido testimonio para muchos. Puedo dar fe de lo que mi Jesús ha hecho por mí y en algunos casos poder dar consuelo porque aprendí que fui consolada para consolar. La gloria de Dios resplandece con mayor fuerza cuando nuestras vasijas han sido moldeadas una y otra vez.

Amado Señor Jesús: muchas gracias por estar siempre ahí, a mi lado tendiéndome tu mano poderosa no solamente para sanar mi cuerpo. También lo has hecho para levantar a toda mi familia de la crisis financiera; para sacarme del lago cenagoso y volverme a poner en tu redil. Gracias porque Eres un Dios increíblemente amoroso, paciente y perdonador. Quiero hacer tu voluntad Señor. Dame la entereza y el dominio propio para seguir Contigo sin reparo alguno. ¡Te amo mi Jesús!

Un abrazo y bendiciones.

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