Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.
2 Corintios 4:16. NVI.
Lectura: 2 Corintios 4:1-18. Versículo del día: 2 Corintios 4:16.
MEDITACIÓN DIARIA
Así es; no importa las
veces que hemos estado atribulados porque veamos: “Pero tenemos este tesoro en
vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de
nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados;
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (vv. 7-9). ¿Y
cuál es el tesoro que tenemos? Bien está escrito en el versículo anterior: “Porque
Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su
luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece
en el rostro de Cristo” (v. 6).
Tener al Señor Jesús en
nuestras vidas es el mayor tesoro que se pueda recibir. Bien sabemos que las
aflicciones o pruebas si nos desgastan, pero al final cuando salimos de ellas,
salimos fortalecidos en la fe, en la esperanza y con la certeza de que no nos
defrauda en quien hemos creído. Creo que yo puedo decir igual que Pablo: “Escrito
está: Creí, y por eso hablé. Con ese mismo espíritu de fe también nosotros
creemos, y por eso hablamos” (v. 13). En mis aflicciones me he fortalecido y
eso ha sido testimonio para muchos. Puedo dar fe de lo que mi Jesús ha hecho
por mí y en algunos casos poder dar consuelo porque aprendí que fui consolada
para consolar. La gloria de Dios resplandece con mayor fuerza cuando nuestras
vasijas han sido moldeadas una y otra vez.
Amado Señor Jesús:
muchas gracias por estar siempre ahí, a mi lado tendiéndome tu mano poderosa no
solamente para sanar mi cuerpo. También lo has hecho para levantar a toda mi
familia de la crisis financiera; para sacarme del lago cenagoso y volverme a
poner en tu redil. Gracias porque Eres un Dios increíblemente amoroso, paciente
y perdonador. Quiero hacer tu voluntad Señor. Dame la entereza y el dominio
propio para seguir Contigo sin reparo alguno. ¡Te amo mi Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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